Vida cara. Para algunos imposible
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Me gusta ponerles un nombre a los personajes de mi historia, porque esto los hace más visuales a la imaginación, menos anodinos. Yolanda fue a hacer su compra quincenal. Tenía algunos proyectos para reunir a toda la familia. Sus intenciones quedaron en eso. No pudo darse ciertos lujos en compras especiales. Su exigua pensión no le permitió adquirir artículos fuera de su presupuesto. Cada vez tiene que limitar más sus compras y abstenerse de ciertos antojos. Me hizo partícipe entonces de sus experiencias pasadas.
De una adolescencia llena de escasez y penurias en la que ni con el dinero en la mano podías adquirir lo más elemental: la época de la Segunda Guerra Mundial. Fue una guerra en la lejana Europa que golpeó fuerte la economía nacional por su participación en abastos. Recuerda que lo tradicional en la alimentación, como son el frijol, maíz, azúcar, etc., fueron racionados y de una baja calidad. Fue una contribución difícil pero teníamos casa y cobijo y estábamos a salvo; con seguridad y libertad.
Hoy comparo aquello con lo que hoy estamos sufriendo; podríamos decir que es una guerra de inseguridad y corrupción, en la que privan sólo los bienes materiales. Mencionó, entonces, las noticias de la T.V. por las que nos dimos cuenta de las condiciones infrahumanas y de esclavitud en las que están viviendo nuestros indígenas. Salieron de sus lugares de origen para buscar el alimento necesario para subsistir porque ahí no tenían nada, acompañados de sus pequeños hijos y, junto con ellos, son explotados por sus empleadores, los que los obligan a vivir en las peores condiciones de vida que podemos imaginar.
Quiero pensar que el Gobierno tomará cartas en este asunto porque, es obligación de éste proveer a los ciudadanos que nada tienen, por lo menos de techo y alimento. Si se permiten grandes dispendios en cuestiones meramente sociales, también pudiera ser posible que se llegara a un buen acuerdo bipartita. Los empleadores necesitan los trabajadores para recoger sus cosechas y el gobierno precisa de dar trabajo a quien no lo tiene; un acuerdo bien estructurado de parte de los dos, con sus muy bien estipuladas condiciones en cuanto a trato, vivienda, salarios y horarios de trabajo, sería una buena solución. Y desde luego con la participación económica, de vigilancia y protección por parte del Gobierno de la República.
Las actuales condiciones son una evidencia del desolador panorama educativo del País. Esos niños que no conocen la ventura de una infancia tranquila y feliz con una escuela en la que se les enseñaran buenos caminos para orientar su vida hacia una existencia de desarrollo de sus cualidades innatas; mañana serán los delincuentes que no tienen armas para hacer otra cosa. Porque nada bueno se puede esperar de un ser con el estómago vacío y su cabeza y corazón llenos, esos sí, pero de rencor hacia quienes juzgan los culpables de su triste realidad. Su justificada rebeldía será el triste futuro que ya se está dejando sentir y, que tal vez, de pronto puede estallar como una bomba que traerá nefastas consecuencias para una patria por la que tantos próceres de la libertad, dieron su vida por ella. Recordemos a Benito Juárez, quien pastoreando un rebaño soñó con un futuro mejor; estudió y trabajó con ahínco y su sueño culminó conduciendo una nación, dejándonos un legado imperecedero: Entre los Hombres, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
Una Semana Santa tranquila, llena de optimismo y buenas intenciones y acciones, les deseo, y me despido porque, al finalTODOS SOMOS HISTORIA.