Un indicador confiable
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El valor fundamental para una sociedad es la dignidad de la persona.
Los indicadores más veraces para reconocer una mejoría comunitaria es observar qué les está pasando a los más pequeños, a los más débiles, a los más desprotegidos. Hay que poner la mirada en los niños, en las mujeres, en los ancianos, en los obreros, en los campesinos, en los indígenas y en los adolescentes y jóvenes, en los vendedores ambulantes y las pequeñas empresas.
Se tiene que erradicar la corrupción que compra conciencias y genera voracidades y trampas en todos los niveles de intercambio fomentando arbitrariedades y malversaciones. Cualquier abundancia se esfuma si se vacía en un tonel agujereado por venalidades.
Se lesiona la dignidad humana cuando la impunidad facilita y no sanciona la delincuencia. Sobreviene entonces la multiplicación de los delitos, las reincidencias y las clandestinidad organizada.
Un modelo económico viciado produce desigualdades y en lugar de un desarrollo orgánico el crecimiento produce tumores y obesidades, monstruosidades de acaparamiento y despojo. Los valores esenciales para la felicidad humana son sustituídos por intereses transnacionales y por un colonialismo interno. Se extiende una violencia institucional en que la persona humana queda atrapada por salario injusto, carestía creciente, horarios inhumanos, impuestos ascendentes y desintegración familiar.
Lo importante en los procesos no es el movimiento, sino el rumbo y la velocidad. Para que el movimiento sea avance se requiere una meta muy bien perfilada, recursos lícitos suficientes y eficaces y un cronograma de inteligentes pasos sucesivos. En una democracia es indispensable no dejar de oír la voz de quienes dieron el mandato para el bien común.
Los cauces de comunicación, dentro de una legalidad, han de tener toda la autonomía y la libertad de crítica y sugerencia para mantener vivo un debate sano y valioso que evite abusos, extra limitaciones, opacidad y extravío. Una sana convivencia que respete a las personas requiere una ética social en que predomine la buena fe, el profesionalismo, la rendición de cuentas.
Se informa de reformas. Y toda reforma da la impresión que deforma las formas que transforma. Desde la dignidad de la persona -indicador confiable- podrán observarse los frutos para poder calificar los árboles plantados