Toda emoción nos dice algo
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El deporte no sólo influye en el bienestar físico, sino en el ánimo y en la emotividad de quienes lo practican.
Tanto la psicología como la sociología han establecido que hay relación entre la actividad física y las emociones. La psicología del deporte es la que estudia los procesos psíquicos, la conducta y las respuestas emotivas de los atletas, a fin de que puedan orientarlas positivamente durante la competencia.
Normalmente hay un equilibrio entre lo racional y lo emotivo, pero cuando éste se sale de control y se convierte en extremo y persistente, puede volverse patológico y provocar ansiedad, tristeza o furia.
Las emociones son impulsos que impelen a actuar de manera instantánea. Se manifiestan mediante agitaciones del ánimo, intensas y pasajeras, agradables o desagradables, acompañadas de una excitación de los procesos orgánicos y de las energías. Al calor de las competencias no es fácil controlarlas, puesto que tienden a romper los diques de la razón y, en ciertas circunstancias, a irrumpir de manera violenta. Según el psicólogo Walter Cannon, “no hay emoción sin una descarga masiva en la circulación de productos endocrinos, en particular de adrenalina, cuyo efecto es el de estimular e intensificar los movimientos cardiacos, con arreglo a las necesidades del momento”.
Al formar parte de la conducta, las emociones se identifican normalmente con la acción sobre el mundo exterior, pero también sobre el interior. En su tiempo, el pintor Vincent Van Gogh señaló: “No olvidemos que las emociones son los capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin siquiera darnos cuenta”. Ciertos ejercicios físicos adecuadamente orientados pueden atenuar o incluso disipar la tensión muscular, moderar la emotividad, mejorar la oxigenación y contribuir a un buen estado de ánimo. Sin embargo, el líder espiritual etíope, Dalai Lama, ha dicho: “Como las emociones son estímulos mentales, el método para manejarlas debe venir de adentro nuestro. No existe otra alternativa. No pueden ser liberadas por técnicas externas”.
Pero el poeta español Carlos Bousoño, citado por José Antonio Marina en su libro “El laberinto sentimental”, dice: “Toda emoción sigue ordenadamente una pauta, obediente a un dictado, interpreta concienzudamente la vida. Siempre nos dice algo sabroso y repentino sobre la realidad que examina. Tiene rigor de axioma, pero no sólo eso, deduce sin titubear, no vacila como la claudicante razón, menesterosa, torpe, indecisa”.
Correo: rjavier_vargas@terra.com.mx