Sida psicológico, espiritual y social
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No hay defensas.
Cualquier infección progresa y deteriora, enferma y debilita. La inmunidad se vuelve deficiente. Ya no hay resistencia. Caen todos los cerrojos y se destraban las trancas. Ya no hay aguerridos canes que ahuyenten a los invasores. Los enemigos agresores encuentran camino abierto para todas sus fechorías.
Es el sida corporal, somático, fisiológico de todos conocido. No solo letal, sino además contagioso por sangre o por semen. Se puede detectar ahora también un sida psicológico. Se da en muchas vidas que resultan vulnerables. Han perdido sus defensas. La tristeza, el miedo y el enojo ya no encuentran nada que los detenga para causar depresión, pánico o ira.
No existen. Tristeza, miedo y enojo son solo carencias. No tienen entidad positiva. El miedo es solo falta de fe, la tristeza es carencia de esperanza y el enojo es ausencia de amor.
El semáforo ya no enciende luz roja. Da luz verde a estos invasores. El resultado es el desequilibrio, la vulnerabilidad, la patología y la atrofia progresiva del sentido de la vida. Asustados, desanimados e indignados son las víctimas indefensas de estas voracidades destructoras de felicidad.
Puede observarse, además, un sida espiritual. Tiene su raigambre en los niveles psicológicos. Letargo de la inteligencia, anemia de la voluntad y frialdad del corazón son sus síntomas clamantes. Irrumpieron sin obstáculos la falta de ética, un ateísmo práctico y una deshumanización progresiva.
La sociedad va perdiendo sus defensas. Se envenena de corrupción la democracia, se encapsula la prosperidad para provecho de minorías, se institucionaliza la mentira y se tacha el servicio para subrayar el lucro. La ciudadanía se queda en lamentación, sin conciencia clara de mandato y de exigencia unánime, organizada y eficaz.
Urge activar y dinamizar una inmunidad integral. Reforzar todas las defensas en todos los niveles. Afianzar el hábito de no abrir la puerta al invasor aunque llame con insistencia. Activar la fe, la esperanza y el amor para evitar carencias enfermizas. Y en lo social superar la codicia acaparadora y corruptora, las actitudes excluyentes y avanzar, a grandes pasos, hacia una madurez ciudadana que no deje se deje manipular...