Paremiología Vol. 2
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¡Claro que tenemos derecho a saber cómo se gasta lo que es nuestro! ¡Faltaba más! Pero sólo a un pueblo acostumbrado a la sumisión hay que recordárselo
Cinco largos días hace que disertábamos sobre la paremiología y el origen de algunas figuras y personajes del refranero popular.
Nos ocupamos de la mítica carabina de Ambrosio, con la que aludimos objetos, instituciones y personajes cuya falta de propósito o utilidad aun nos tiene preguntándonos cuál es el significado de su existencia.
La paremiología, pese a los esfuerzos de sus estudiosos, no ha podido determinar si existieron el tal Ambrosio y su inservible carabina.
Y en esas mismas está la ciencia de los refranes con respecto a otro personaje que, también de improbable biografía, cobró igualmente y sin embargo vida propia en la lengua cervantina. Me refiero a Perogrullo, también conocido como Pero Grullo o Pedro Grullo.
Rastrearlo en los anales (quizás deberían buscar en otro lado) de la Historia no ha arrojado resultados concluyentes, aun así, diversos autores (como el mismo Cervantes) aluden a un ridículo personaje con este nombre, muy dado a decir sandeces.
El primer día de enero que vendrá será el primero del año, dice este profeta de la obviedad en la que es quizás su primera aparición literaria en el siglo 15.
De Perogrullo son las perogrulladas o verdades de Perogrullo, que es como se conocen a las observaciones de lo evidente (cuatro huevos son dos pares).
Si se llega o no a demostrar la existencia de este genio zafio poca diferencia hará. El diccionario seguirá recogiendo como perogrullada aquella verdad que por notoriamente sabida es necedad
pronunciarla.
La mejor perogrullada en lo que va del año se la aventó el Gobernador del Estado, Rubén Moreira, en su acto de promulgación de la Nueva (sí, otra nueva ¿?) Ley de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
El ciudadano tiene derecho a saber cómo gastamos sus recursos, dijo Moreira Valdez y la verdad es que hasta suena bien, como si el Gobierno adoptara una actitud moderna y progresista.
Pero lo cierto es que tal afirmación es una obviedad mayúscula, casi, casi como si nos dijera tienen permiso de respirar o, si quieren, pueden utilizar las calles para transitar.
¡Claro que tenemos derecho a saber cómo se gasta lo que es nuestro! ¡Faltaba más! Pero sólo a un pueblo acostumbrado a la sumisión hay que recordárselo.
Sin embargo el problema real es que aunque tenemos ese fundamental derecho, es fecha que ignoramos los detalles mínimos sobre el ejercicio de los recursos
públicos.
Y es claro que no estaría Coahuila en el abismo económico de haber estado el presupuesto y la capacidad de endeudamiento del Gobierno debidamente monitoreada por ojos ciudadanos.
Se anunció pues que hay una nueva Ley de Acceso a la Información, aunque yo siempre he visto con recelo estos documentos. La administración pública es más sencilla que eso, responde a un precepto fundamental: es pública o no lo es. Enmarañar el asunto con una ley es ensombrecer y burocratizar lo que de origen debería ser transparente.
Pero en fin, hay una nueva legislación y quizás sería bueno que el Gobernador respondiera la inquietud de un ciudadano y lector de VANGUARDIA, que pregunta si dicha ley será retroactiva.
Es decir ¿nos permitirá esta flamante y modernísima Ley (la más avanzada de México) conocer todo lo concerniente al manejo de los recursos públicos durante la gestión de su hermano y predecesor, el profesor Humberto (abs) Moreira?
Digo, hablamos de nuestros recursos públicos, de los que el Góber dice que tenemos el supremo derecho a saber cómo se gastan.
Si la respuesta es sí, enhorabuena para todos. Quizás lleguemos a ver algo de justicia en esta vida.
Pero de ser un no, todo queda en mero chiste y perogrullada.
petatiux@hotmail.com