Olor a esperanza
COMPARTIR
TEMAS
Carlos Mendieta no tiene el poder económico ni político de SLIM y SALINAS, pero tiene la idea clara de cómo hacer que los sueños colectivos se puedan construir
¿Quién o quienes buscan desestabilizar a nuestro país? ¿Por qué razón se orquesta una sinfonía de argumentos para debilitar la figura presidencial y su quehacer político cuando apenas el sexenio llega a su primer tercio, capitalizando los desaciertos inmobiliarios de una primera dama en aprietos y los espeluznantes acontecimientos de Ayotzinapa? Imaginarios al respecto hay muchos, entre ellos la influencia de los Carlos trabajando cada uno por su lado (Slim en contra, Salinas a favor), más lo cierto es que hay que estar alertas por la simple razón de que voceros de la aún primer potencia mundial han pedido a México que la violencia pare, una solicitud que suena a condicionante.
La expresión no verbal comunica más que la verbal muchas veces. Veamos la fotografía en la que aparece Obama observando a Peña Nieto como observa de manera intimidatoria un hermano mayor a uno de sus hermanos menores por haber hecho algo mal.
La macroeconomía mexicana está en riesgo, y el deslizamiento no oficial de nuestra moneda frente al dólar tiene sabor a devaluación en medio de noticias sobre la presunta corrupción de quienes nos gobiernan. Mientras tanto, comunidades de polígonos en alta pobreza sobreviven gracias a la fuerza de su identidad y a que sus líderes actúan con sensatez.
Les hablaré de esto último. El día 20 de noviembre acudí a la comunidad otomí de San Mateo Calpulhuac para ser testigo de la inauguración del Centro Holístico de Capacitación. Allí experimenté una fuerte emoción, pues hace mucho que no percibía el olor a esperanza.
Doscientos de los habitantes de la comunidad cuyos ancestros debieron ser beneficiarios de la Revolución Mexicana estaban allí participando en una misa en la que el sacerdote que la ofició subrayaba que los precursores del espacio cultural seguramente habían llorado muchas veces ante los obstáculos (me constan) y las críticas sobre lo que soñaban, pero que ahora, ante los frutos evidentes, podían reír con genuina alegría.
Un gran mexicano está detrás de este proceso de participación social, pues ha acompañado los avances en materia de equidad de género y en relación a proyectos productivos que han permitido la redistribución del ingreso en un lugar que debe su nombre nativo a la gran cantidad de árboles de capulín que existen en la zona. Él es Carlos Mendieta Zerón, y tiene diez años de promover una mejor calidad de vida para los otomís de San Mateo Calpulhuac.
Después de la misa pasamos a recorrer las aulas construidas por la gente de allí, con arquitectura de tierra. Admiré los adobes perfectamente embonados con arcilla, paja y piedrecillas volcánicas. Las ventanas y los techos de madera reciclada. El candor de las cortinas floreadas haciendo perfecto contraste con el todo. Y allí brillando, con el empoderamiento que brindan los conocimientos y la acción, un grupo de mujeres y hombres que despertaron en la política de la solidaridad gracias a la Asociación de Jóvenes Independientes Otomíes que lidera Antonio Félix Martínez.
Una mujer del grupo que confecciona buxas (bolsas) con sobrantes de tela, dijo que siempre se debentener sueños. Otra de ellas habló de la felicidad que le brinda aprender a leer y a escribir, y más tarde participó en los bailables que se ofrecieron a los invitados.
Resultó un privilegio contemplar entre los perfiles de la sierra, como duendes divertidos, las tres aulas del Centro Holístico Comunitario, una de ellas coronada por un vitral que da cuenta del desarrollo de la mujer local, primero con una venda en los ojos y luego con la libertad de poder ver y ser escuchada en su propio hábitat.
Y me pareció conmovedor el llanto de hombres como Carlos Mendieta y como Antonio Félix ante la tarea concluida. Antonio dijo, entre lágrima, que desde el corazó, todos estaban logrando transformar su comunidad y apuntó que sólo así se podría transformar el país.
En cuanto a Carlos Mendieta diré que no tiene el poder económico y político de los Carlos que cité en el segundo párrafo, pero tiene algo muy importante: la idea clara de cómo hacer que los sueños colectivos se puedan construir.