Nombre del juego o juego del nombre
COMPARTIR
TEMAS
El enésimo giro informativo sobre la naturaleza, composición, motivaciones y propósitos de los llamados grupos de autodefensa de Michoacán, así como su eventual, limitado o condicionado proceso de desarme, confirman los altos grados de desconocimiento acumulados por la opinión pública y las autoridades sobre los grupos irregulares que se armaron en las zonas bajo control criminal.
Con todo y lo alentador de los reportes de prensa de ayer sobre los resultados de una reunión entre representantes de esos grupos armados y el comisionado del gobierno federal en Michoacán, se mantienen importantes aspectos en la oscuridad o en la contradicción. Por ejemplo, cuando se afirma que sólo se entregarán las armas de grueso calibre (sin que se hayan aclarado hasta hoy las versiones contradictorias sobre sus proveedores). O cuando se sostiene que el pacto con la autoridad incluye la disolución de esos llamados grupos de autodefensa, y que después del 10 de mayo habrá capturas a los que permanezcan armados, sólo para contradecir enseguida estos dichos con el de que el gobierno federal y los civiles armados acordaron trabajar juntos hasta lograr la caída del líder de Los Templarios. O que el proceso de limpieza implica la entrada de los autodefensas a las ciudades conjuntamente con las fuerzas federales.
Ello hace recomendable volver sobre el libro citado aquí la semana pasada del profesor Craig Scott, Agencias anónimas, negocios clandestinos y colectivos encubiertos: repensando las organizaciones, así como a su invitación al mundo académico global a proponer artículos sobre organizaciones ocultas o secretas (hidden organizations) a fin de integrar con ese tema un número especial de la revista arbitrada Management Communication Quarterly.
La tentación
A la vista de estos textos, la reunión misma del enviado del gobierno federal y los líderes de estos grupos habla de un avance en la evolución de la oscuridad total, a la sombra que algo deja ver, o al camuflaje que algo oculta, hacia una fase final: el de la exposición a la luz pública de estos grupos, incluyendo la identidad de quienes los han impulsado, armado y patrocinado.
Desde la perspectiva de los estudios de la comunicación de las organizaciones, estos grupos han tenido en común, en el pasado inmediato, con aquellos a los que combaten o dicen combatir âlas bandas criminalesâ su carácter secreto o clandestino, su vocación de ocultamiento, contra la vocación de publicidad del mundo de los negocios, de la política o de los activistas civiles.
Sin embargo, con el paso del tiempo, unos y otros cayeron en la tentación del posicionamiento, del valor de la marca y de la creación de identidad pública: de La Familia y Los Caballeros Templarios, por un lado, a los grupos de Autodefensa confundidos con el concepto, legalmente incorporado, de Guardias comunitarios. Ya antes se habían posicionado Los zetas y los cárteles del Golfo o del Pacífico, éste último con un líder como El Chapo Guzmán, llevado al posicionamiento extremo de la celebridad mundial al aparecer en la lista de poderosos de Forbes.
La hora de la verdad
A la vista de una serie de hallazgos de los investigadores de estos fenómenos, unos y otros también habrían caído finalmente en el esquema que describen como un mundo en que frecuentemente el nombre del juego es el juego del nombre. Y cualquiera que haya sido el nombre del juego: el de una organización secreta de michoacanos para combatir al cartel de Los Zetas, o el de otra organización secreta para combatir al cartel en que derivó aquella organización antizetas, ambos quedaron entrampados en el juego del nombre, en el que sus esfuerzos por buscarse rótulos altamente reconocibles e identidades visuales para exaltar su reputación, terminaron exhibiendo su alta peligrosidad: comprobada en el caso de La Familia o Los Caballeros Templarios, y al menos potencial en el caso de Los Autodefensas, hoy en la hora de la verdad sobre sus propósitos reales.
Por José Carreño Carlón
Director general del Fondo de Cultura Económica