Mirador
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2 octubre 2015
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El rey, incrédulo como casi todos los poderosos, le pidió a San Virila un milagro para poder creer.
Hizo Virila un ademán. El monarca lanzó un grito y se llevó las manos al trasero.
â¿Qué me sucede? âpreguntó asustado.
Le contestó Virila:
âPor un milagro te picó una hormiga.
El pueblo estalló en carcajadas mientras el rey, atribulado, se frotaba la parte dolorida.
Virila le preguntó:
â¿Crees ahora?
âCon el corazón ârespondió el reyâ. Y con lo demás también.
El frailecito regresó a su convento. Por el camino iba pensando:
â¡Lo que puede hacer una hormiguita!
¡Hasta mañana!...
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