Mirador
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El viajero llega a Venecia.
Los viajeros siempre llegan a Venecia.
Llega a esa hora en que la noche ya no es noche y el día aún no es día. La ciudad está dormida. En los canales también las aguas quietas duermen todavía.
Camina el viajero, y le salen al paso memorias inconexas de música, libros y películas antiguas. Piensa que es raro, y un poco inquietante, eso de estar a solas con Venecia.
Luego el agua se pinta de color de rosa. Una ventana se abre y aparece el rostro de una mujer adormilada. A lo lejos empiezan a oírse gritos de hombres.
Súbitamente todo es ruido. Los turistas llenan las calles. Uno de ellos empuja al viajero, que apenas hace una hora era dueño de toda la ciudad. Venecia deja de ser Venecia y se convierte en una tarjeta postal que vale un dólar.
En aquel tráfago todo deja de ser todo. También el viajero deja de ser el que era hace una hora.
¡Hasta mañana!...