Me da tristeza ver este nogal del huerto.
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Es el más viejo de todos. Su grueso tronco da idea de su edad. Don Abundio me dice con toda seriedad: “Ha de tener 5 mil años”.
Me apena este nogal porque todavía da nueces, pero nadie las recoge ya. Son pequeñas y duras, muy distintas de las que dan los árboles jóvenes. Creo que hasta las ardillas las desdeñan.
Debe ser triste eso de que nadie aprecie lo que das. Por eso cuando no hay nadie cerca yo recojo algunas nueces del nogal grande y me las llevo. Sé que es absurdo eso, pero todos los días hago cosas absurdas, de modo que una más no importa.
No sé si el nogal me vea recoger sus nueces. Seguramente no. Me gustaría saber, sin embargo, que no se pierden los frutos que doy yo. No tengo, claro, 5 mil años, pero ya tengo muchos. Quizá los mismos del nogal. Sabré que alguien recoge mis frutos, aunque sean pequeños y desdeñables, y me alegraré.
¡Hasta mañana!...