Maidentrip: La epopeya
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El nombre de esta entrega refiere a un fascinante documental (2013), que narra la aventura de Laura Dekker una chica holandesa, que a la edad de 14 años de edad, el 20 de enero de 2011, se embarcó en su velero Guppy, para alcanzar un inmensurable sueño: convertirse en la persona más joven en navegar alrededor del mundo en solitario.
El reto implicó recorrer más de 50.000 kilómetros en mar abierto, y así lo hizo: el 21 de enero de 2012, a la edad de 16 años y 123 días, arribó al destino final.
(https://www.youtube.com/watch?v=04z3dS6P60g)
Laura jamás desistió: "Hubo momentos en que me preguntaba: ¿Qué diablos estoy haciendo aquí?, pero nunca quise parar, porque era mi sueño, y yo quería hacerlo".
Sin límites
Anteriormente, dos menores de edad ya habían logrado esta hazaña: Jessica Watson una australiana, de 16 años, que hizo el recorrido en 2010, sin escalas ni asistencia y al terminar la aventura declaró: Tantos colores, tanto ruido, todo era impresionante. No me veo como una heroína. Soy una chica normal que creyó en su sueño.
(https://www.youtube.com/user/jessicawatsonvideo).
También Michael Perham, un joven inglés que a los 17 años culminó el mismo trayecto tras nueve meses de travesía, en agosto de 2009.
(https://www.youtube.com/watch?v=yVOsW2XiyPw)
Mike comentó fue "absolutamente increíble". "Siempre supe que podía lograrlo", aunque aclaró que hubo momentos en los que pensó "¡Caramba! ¿Qué estoy haciendo aquí?". "Es una gran aventura y yo soy un soñador".
Rescato otro aprendizaje de Mike: cada quien es responsable de sí mismo, cada persona debe construirse a sí misma, ser su propio arquitecto, y para eso se requiere valentía, coraje. Un guía puede servir para navegar las primeras veces, pero después uno mismo es quien debe emprender el viaje, arrancarlo con pasión, confianza y alegría. Y ya en la travesía hay que vivir exclusivamente el día, sin querer resolver todos los problemas a la vez.
Frente al mar
Esta clase de acontecimientos son reveladores: representan un signo de confianza, un ejemplo para esos jóvenes que se acurrucan en el aburrimiento, el conformismo o la siesta; que viven en el sin sentido, en las apariencias, en la queja estéril, en las eternas pachangas o en la comodidad de la mediocridad, en el no puedo.
Estos jóvenes son normales y brindan notables lecciones a sus iguales que se dedican a infravivir, a esos que se encuentran hastiados o inteligentemente atontados. A esos que son insípidos. A los que han dejado de soñar. A los que se refugian en la vulgaridad y la desesperanza.
Transgresores sin fronteras
Equiparar la edad y experiencia de estos muchachos con el tamaño de los desafíos emprendidos es simplemente descabellado; sus epopeyas demuestran que la pujanza, el esplendor de las personas, la posibilidad de alcanzar proezas surge del fuego interior, crece en el momento que se abandona la duda y el temor, cuando se tiene la capacidad de esperar contra toda esperanza, cuando se es paciente, cuando se vive tercamente de cara a un ideal.
Toda propuesta innovadora, inclusive en el ámbito de los deportes y hazañas, todo atrevimiento, por pequeño que sea, impacta lo establecido, irrumpe en las mentes que están encerradas en los hábitos del pasado, en aquellas que asumen solo el peligro, los riesgos, lo negativo de cualquier aventura.
Los innovadores son transgresores naturales, son como el indomable Roark, personaje de Ayn Rand, quien apunta en su alegato final: <
>>Siglos más tarde un gran hombre inventó la rueda. Probablemente fue atormentado en el mismo aparato que había enseñado a construir a sus hermanos. Seguramente se le consideró un trasgresor que se había aventurado por territorios prohibidos. Pero desde entonces los hombres pudieron viajar más allá de cualquier horizonte. Les dejó un legado inconcebible para ellos y abrió los caminos del mundo.>>
Indudablemente, la personalidad prometeana se basa en el deseo de crear e innovar, no en haber sacado la carta ganadora al nacer, los transgresores siempre están dispuestos a desafiar los dogmas sacrosantos de sus opositores, los mediocres, los tradicionalistas y expertos.
Obligación única
Estas hazañas recuerdan lo escrito por Fernando Savater: ¿Sabes cuál es la única obligación que tenemos en la vida? Pues no ser imbéciles. Y luego explica: imbécil viene del latín baculus que significa bastón: el imbécil es el que necesita bastón para caminar, pero aclara el bastón al que nos referimos no es el que se usa muy legítimamente para ayudar a sostenerse y dar pasitos a un cuerpo quebrantado por algún accidente o por la edad. El imbécil puede ser lo ágil que quiera y dar brincos como gacela olímpica, no se trata de eso. Si el imbécil cojea no es de los pies, sino del ánimo: es su espíritu el debilucho y cojitranco, aunque su cuerpo pegue unas volteretas de órdago.
Andar sin engaños
Y comento esto porque verdaderamente somos imbéciles - que tampoco tiene que ver con ser tontos - cuando evitamos alcanzar nuestros sueños, cuando creemos que no queremos nada, cuando decimos que todo nos da igual; cuando creemos que todo lo queremos: lo que tenemos y lo contrario de lo que tenemos; cuando ni siquiera sabemos lo que queremos ni nos molestamos por saberlo; cuando sabemos lo que queremos, pero lo deseamos suavecito, sin sudor, sin lágrimas y cuando queremos con fuerza, pero nos hemos engañado a nosotros mismos sobre lo que es la realidad.
Estas maneras de ser, requieren apoyo externo, de un bastón, pues se basan en ideas de otros, reclaman esclavitud al obviar lo que se debe de hacer. Quienes así se asumen alientan las excusas â culpan a los demás por las desgracias propias -, son cómplices del qué dirán, están en función del fantasma anónimo que determina lo correcto de lo incorrecto y el significado del éxito y fracaso.
Nueva andadura
Hay que emprender los sueños como estos jóvenes, en contra de todo y todos, antes de que sea demasiado tarde, antes de que los vientos dejen de soplar, previo a que la edad determine el referente de los estúpido, utópico o imposible. Antes que los sueños se contaminen o erosionen debido a las críticas de los envidiosos, mediocres o de esos que temen navegar en solitario.
Posiblemente, lo peor que puede pasarle a una persona es que atente contra su propia libertad, realidad viable cuando no se ama a nadie, ni se deja ser amado, no se arriesga nada, no se cree nada, no se vive por nada ni por nadie, cuando no se tiene conciencia, cuando los sueños empiezan a ser eso: solamente sueños.
Por eso, como ellos, hay que enfilar la mirada cara al sol, cara a las olas, cara al deber, a la tarea de hoy.
Esperanza a la vista
Maidentrip describe la actitud de optimismo, persistencia, confianza y sed de independencia de su protagonista, cualidades que, en muchas ocasiones, las escuelas olvidan en sus procesos educativos, erosionando el espíritu creativo, libre, innovador y emprendedor de la juventud.
Para culminar los sueños no hay atajos, solo la responsabilidad de asumir los actos, de saber ser libres, de tomar el timón de la propia existencia para llegar a la costa seleccionada asumiendo los riesgos inherentes, encantos y desencantos, que implica todo reto, tal como lo es el testimonio de Laura consignado en Maidentrip.
cgutierrez@itesm.mx