Los cien años del doctor Salvador Nava
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En la época anterior al Internet, allá por 1990, la información imparcial sobre política estaba muy limitada. Los primeros espacios de cierta libertad en los medios electrónicos apenas empezaban.
Por poner un ejemplo, el periódico que monopolizaba las noticias en Piedras Negras ocultaba todo tipo de información que, a ojos de sus directivos, criticara al régimen. Era preciso esperar la llegada de periódicos foráneos, para conocer las actividades de los líderes de oposición. Ese periódico persiste en sus prácticas, pero afortunadamente ya existen medios alternativos y quien se interese puede confrontar diferentes versiones de un mismo asunto.
Cuando yo tenía 12 años era toda una experiencia leer las noticias por la noche. Mi abuelo recogía un periódico regiomontano como a la una de la tarde, después de leerlo se lo pasaba a mi papá, para cuando llegaba a mis manos estaba muy maltratado, pero no importaba porque contenía información fiable de valor incalculable. Leer ese tipo de prensa era todo un aprendizaje.
Así conocí al doctor Salvador Nava Martínez, líder democrático por excelencia en San Luis Potosí primero, y más tarde en todo el país. A edad muy avanzada persistía en su enfrentamiento con el gobierno. Con enorme apoyo popular buscaba la gubernatura potosina. Para cuando le conocí, el doctor Nava era ya todo un ícono de la democracia en San Luis Potosí y en todo México.
Este médico que ayudó a tantos potosinos, tomó en 1959 la decisión de enfrentarse al régimen de horca y cuchillo que personificaba Gonzalo N. Santos, quizá el cacique más déspota y sanguinario que haya producido el PRI en toda su historia.
En aquellos años buscó la alcaldía de San Luis Potosí y su triunfo fue tan contundente que nada pudo revertirlo. Después de un exitoso y asediado gobierno municipal se lanzó por la gubernatura y eso sí, no se lo iba a permitir el autoritarismo priísta.
El entonces Secretario de Gobernación, Gustavo Díaz Ordaz, ordenó la ocupación militar de la capital del estado mientras recluían al doctor Nava en el Campo Militar número 1, sin proceso, sin orden de aprehensión. Mediante la represión y la tortura quisieron borrar del mapa al líder y a su movimiento.
Tras un retiro para cargar baterías, el doctor Nava regresó a la lucha en 1983, y volvió a ganar la Presidencia Municipal de su ciudad. Para entonces el cacique ya había muerto pero en su lugar, los potosinos padecían a Carlos Jongitud Barrios, otro ejemplar del jurásico tricolor.
En 1986 el régimen volvió a hacer de las suyas. En 1991 don Salvador emprendió una nueva campaña por la Gubernatura. El PRI-Gobierno incurrió en las peores tropelías contra una ciudadanía muy politizada por años de lucha democrática, en beneficio del priísta Fausto Zapata Loredo, los hechos fueron muy comentados en los medios nacionales e internacionales, contribuyendo al desenmascaramiento del podrido régimen priísta.
Enfermo ya de cáncer, el doctor Nava encabezó una resistencia civil pacífica que unió a los potosinos contra el fraude y por la democracia. Don Salvador encabezó su marcha por la dignidad hacia la Ciudad de México, la presión fue tan firme, que antes de su llegada a la capital, el presidente Salinas ordenó a Zapata Loredo que pidiera licencia al cargo. La soberbia de Salinas negó a Nava su derecho a la Gubernatura, designó en su lugar a un interino, pero el régimen cedió y a pesar de la derrota electoral, la victoria política fue contundente.
El doctor Nava falleció el 18 de mayo de 1992 pero en vida logró que el sistema se tambaleara. Bien lo dice Enrique Krauze: Con su hazaña cívica, Nava cambió la historia política de México. San Luis Potosí revirtió la amarga experiencia de Chihuahua en 1986. E hizo más: al poner un límite histórico a la cultura del fraude, contribuyó a debilitar el proyecto político transexenal del presidente Salinas.
¿Valió la pena su lucha? Por supuesto que sí, el doctor Nava le cumplió a México y a su descendencia. Aun falta mucho para que México sea una democracia efectiva, pero hemos avanzado mucho. De hecho, avanzamos más antes del 2000 porque en ese tiempo todo mundo sabía quién era el adversario; hoy, ese mismo adversario, con piel de oveja, ha logrado confundir a muchos y frenar el avance.
¿Cuál es el mayor legado del doctor Nava? Como dice Krauze, está en el valor cívico de su lucha. El doctor Nava no fue panista, ni priísta ni perredista, de hecho, muchos militantes de esos partidos fueron, en su momento, navistas. El doctor Nava luchó por la democracia al margen de los partidos, pero con su apoyo. Su ideal era superior, era ciudadano. Es bueno recordar a este líder ciudadano, especialmente ahora, cuando los partidos dejan tanto que desear, cuando los líderes callan de más, cuando el silencio cómplice no va con los signos de los tiempos.
Facebook: Chuy Ramirez
Twitter: @wchuyramirezr