La ultraderecha en El Heraldo
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Un periódico al servicio del sistema; vocero oficioso, adulador, espía y encubridor. Su cercanía con el poder fue una garantía para su existencia. Un diario de derechas, hecho por gente de derechas, para servir a las derechas. Enemigo del movimiento estudiantil, sus reportajes gráficos condenaron a los estudiantes en cada pie de foto, los acusaba de subversivos, criminales y comunistas: Obnubilados por la soberbia, los dueños del periódico El Heraldo llegaron a sentirse como dioses, los pares de Jesucristo y el Papa.
Periódico de matriz reaccionaria, "El Heraldo de México" apareció cuando el poblano Gustavo Díaz Ordaz era Presidente electo. Los empresarios que fundaron el diario también eran poblanos; Gabriel Alarcón Chargoy y Manuel Espinosa Yglesias. Como socios capitalistas tuvieron a Carlos Trouyet y Raúl Bailleres.
De ese modo se completó una tríada de periódicos nacionales de ultraderecha, cuyos dueños eran poblanos de mucha tradición, la primera de ellas la Iglesia y luego la Patronal: Novedades, de Rómulo O'Farrill; El Sol de México, de José García Valseca y el citado Heraldo de Alarcón Chargoy.
Todos ellos del "Grupo Puebla", cuyos integrantes detentaron el poder en el Estado de Puebla y luego en todo México cuando Manuel Avila Camacho arribó a la Presidencia. El siniestro gringo-poblano William O. Jenkins fue parte del grupo, al que también pertenecieron Maximino Avila Camacho y Gustavo Díaz Ordaz.
El asunto es que El Heraldo irrumpió en la capital con la más avanzada tecnología que les permitió un novedoso formato de gráficas y color. El periódico se consolidó gracias al pirateo de reporteros, redactores y fotógrafos de otros medios a los que atrajeron con mejores salarios.
En plena Guerra Fría, los periódicos de la tríada poblana eran la atalaya anticomunista de México. Su divisa, además de adular al Presidente, era impedir la contaminación izquierdista del pueblo, alertando oportunamente sobre la amenaza marxista.
La tendencia en dichos medios llegó a preocupar al propio gobierno. En una tarjeta confidencial Moya Palencia le informa a Echeverría (en alusión a El Sol y a El Heraldo), respecto a "la desmedida ostentación de la riqueza de la clase pudiente en sus páginas de sociales, con actitudes burguesas y pretensiones nobiliarias que resultan ofensivas para las mayorías de este País".
En El Heraldo, además de provocar la histeria colectiva frente al "comunismo opresor", su director, Gabriel Alarcón Chargoy, enviaba cartas al gobierno denunciando a estudiantes subversivos. También fue señalado como autor intelectual del asesinato de Alfonso Mascarúa, un líder sindical.
Y las vueltas que da la vida: el martes pasado nos enteramos de que Gabriel Alarcón Velázquez, hijo del finado magnate, había sido detenido. La crónica policíaca informó lo siguiente; "la aprehensión del señor Alarcón ocurrió en su casa de Las Lomas a las 7:30 horas. Acusado de perjurio, fue consignado al Reclusorio Oriente por agentes de la PGR".
Este señor Alarcón Velázquez, reo hoy de la justicia, alguna vez solicitó una licencia para operar un casino en Las Vegas. Al ser rechazado por las autoridades de Nevada, declaró; "Hay mucha gente en México que a los Alarcón nos ven como a dioses. Yo soy católico. Creo en Cristo. Si Cristo y el Papa no les gustan a todos los católicos ¿por qué iba a pensar yo en gustarle a todo el mundo?".
En el 2003, ya sin el fantasma del comunismo, El Heraldo desapareció para bien de la nación.