La musa del último tiachca
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El miércoles pasado, durante el disfrute del sabor de platillos de autor del restaurant Don Artemio, y de la compañía aún más memorable del célebre pensador Armando Fuentes Aguirre, hablando de musas, recordé a la tlaxcalteca Doña Lilia Ortega Lira a partir del comentario del cronista de Saltillo, de que la fuente de sabiduría del connotado historiador e investigador neoleonés, cronista de Monterrey, Don Israel Cavazos Garza, âahora viudo y de 92 años de edadâ, lo fue Lilia Villanueva, su esposa de origen saltillense.
Y es que Doña Lilia Ortega Lira, sobrina del poeta y escritor Miguel N. Lira fue la musa, la mujer del gran muralista e historiador Don Desiderio H. Xochitiotzin, quien fuera Cronista de Tlaxcala y del que fui amigo, como lo soy de Don Israel y de Don Armando, lo que de sí me resulta un privilegio que no puedo adjetivar.
Sin saberlo yo, unas horas antes de ese mismo día, había muerto a los 85 años esta querida dama que fue la primera en usar pantalones en el tradicional estado de Tlaxcala, y que durante su productiva vida fue activista, embajadora cultural, educadora, dama voluntaria, actriz e inspiración de Don Desi. La noticia de su fallecimiento se conoció un día después de acaecida a través de las redes sociales.
Doña Lilia nació en una comunidad campesina de Puebla el 16 de febrero de 1930 heredando de sumadre tlaxcalteca, Elodia Lira, el temple recio y la belleza,aunque se consideraba según sus palabras, flaca, chaparra y prieta.
La velación de sus restos mortales fue en la casa que compartiera con su esposo y que diseñara él mismo, casa ubicada casi al pie de la Capilla Abierta del Convento de la Virgen de la Asunción, Catedral de Tlaxcala. Su ataúd de madera se ubicó en el centro de la sala, rodeado de algunas litografías, acuarelas y óleos del Maestro Xochitiotzin, y de jaulas con dos cardenales y ocho canarios que Doña Lilia había cuidado celosamente y que ofrecieron sus trinos mientras se desplegaban las misas de cuerpo presente.
Su velación me impactó. A ella la ataviaron con un rebozo blanco de bordados azules que enmarcaba su rostro y pusieron a su lado, su inseparable bastón. Se le podía ver dentro de su ataúd sin vidrio de por medio en aquella habitación en la que muchas veces me compartió comentarios puntillosos llenos de picardía, consejos y bendiciones, y en la que sin haberse programado, se video grabó la conversación que se sostuvimos aquella tarde de junio de 2014 y de la que incluiré información en esta columna.
Fue ayudante de su marido cuando sobre los andamios sobre los que él pintó desde 1957 los espléndidos murales que se encuentran en el Palacio de Gobierno de Tlaxcala, le leía libros de historia que fueron útilespara dar marco documental a los vigorosos trazos plásticos. En estos murales, Doña Lilia aparece con su belleza mexicana representando a la Madre Tierra, a la primera mujer de la humanidad y a una compradora de tianguis. Para poder subirse a los andamios usaba pantalones, aunque también sabía lucir faldas.
Hay una pintura de caballete titulada La Pulquería en la que aparece Doña Lilia tal cual era, con los brazos enlazando un rebozo y cantando. A ella le gustaba cantar y le ofrecía a su suegra Natividad Xochitiotzin, a la que llamaba mamá Nati, canciones como la de Pajarillo Barranqueño cuando el que luego fue su esposo, la llevó a vivir entre su familia.
Nos casamos hasta que nos entendamos, le dijo Desiderio. Se casaron en 1947 luego de dos años de vivir juntos, ella tenía 17 años, él, 24. Era una adolescente de 15 años cuando decidió vivir con él al que se dirigió de usted, hasta que fue madre. Tuvieron 10 hijos, dos de ellos presbíteros que concelebraron ayer con el Obispo de Tlaxcala la misa en la que se le despidió. Luego siguieron las guardias de honor para ella en el Palacio de Gobierno.
La última vez que la vi y que coincidió con el aniversario de la salida en 1591 de las 400 familias, había aceptado la invitación para asistir a la ceremonia del Tricentenario de El Señor de Tlaxcala, Santo Cristo que se venera en Bustamante Nuevo León.
Ya no nos acompañará más con su singular presencia Lilia Ortega Lira, musa del último tiachca, Desiderio H.Xochitiotzin, Benemérito de la Cultura Tlaxcalteca. La negra se dejó eclipsar en vida ocultando su brillo propio, por las exigencias del arte sublime de su marido pero se quedó para siempre en sus murales, en su corazón y en su espíritu.