La Ley de la selva
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El periodismo saltillense vive hoy el peor momento de su historia, nunca antes fue vulnerado como ahora, ni siquiera el crimen organizado en su etapa de mayor fuerza causó tanto daño al ejercicio periodístico como el que se infringe actualmente, quienes amamos esta profesión no podemos más que estar de luto.
Cuando la delincuencia reinó en Coahuila, los reporteros estuvieron bajo amenaza, incluso algunos perdieron la vida; ese momento de crisis más que afectar el periodismo lo fortaleció. Lo que se vive ahora es distinto, es un cáncer que corrompe y debilita. Dañan más los billetes que las balas.
Y no es que todos los periodistas o todos los medios sean corruptos, la gran mayoría informa con profesionalismo y dignidad; más bien se trata de una facción que renunció completamente a su conciencia, algunos echaron por la borda trayectorias de años, otros solo consolidaron una carrera torcida desde el principio.
Tampoco es que antes no existiera la corrupción o el amarillismo, lo que ocurre es que no habían llegado al grado en el que ahora se manifiesta. Hoy priva la ley de la selva entre los pseudo periodistas que conforman esa facción, la profesión que dicen ejercer les da el privilegio de informar, pero lo que hacen con esa facultad es deplorable desde cualquier punto de vista, a continuación algunos ejemplos:
No importa si la información que se difunde cuenta con los elementos necesarios para ser noticia, lo importante es publicar algo que dañe a la fuente informativa considerada como enemiga.
Tampoco importa si la información que se difunde es falsa a todas luces, ya se vale inventar cantidades, inventar hechos, sin ningún rigor periodístico para comprobar lo que se publica, ni siquiera una declaración, alguien que se preste a decirlo.
Tampoco es importante si la información que se difunde es producto de un hecho ilícito, si para obtenerla se cometió un delito, o si el medio incurre en una responsabilidad al difundirla, nada importa en la ley de la selva, lo único importante es dañar la imagen de la fuente informativa que se niega a firmar un contrato publicitario con el medio.
La facción periodística de la vergüenza no trabaja toda en un solo medio, está bien repartida y obedece dócilmente a la voz de un solo actor político que les indica cuando atacar y con qué elementos, también les dice cuándo deben callar y cuáles son los temas que no deben mencionar. En efecto hay un titiritero que monta el tinglado y mueve los muñecos.
Llegamos hasta este extremo después de años y años en los que se destinaron recursos millonarios para medios y periodistas, poco a poco los límites se fueron difuminando, las tenues fronteras de la ética fueron desapareciendo y los valores se subvirtieron de tal suerte que para ellos lo malo es bueno y lo bueno es malo.
En esta negra noche del periodismo saltillense mi admiración y respeto para los compañeros que son baluarte de la honestidad y el profesionalismo, mi respeto para los compañeros que demuestran todos los días que la corrupción no es el único camino transitable, que se puede avanzar con dignidad y profesionalismo, mi permanente gratitud a los medios que mantienen en alto la bandera del periodismo, del verdadero periodismo.
Desde luego que para mí sería más fácil y más cómodo callar, pero como dice la canción, si no creyera en el delirio, si no creyera en la esperanza, si no creyera en lo que agencio, si no creyera en mi camino, si no creyera en mi sonido, si no creyera en algo puro, si no creyera en quien me escucha, si no creyera en lo que duele, si no creyera en lo que lucha, qué cosa fuera, qué cosa fuera.
*El presente artículo expone mi punto de vista, no la opinión del Gobierno Municipal en el que laboro.
columnaacropolis@gmail.com
Twitter: @bebefuerza