La lentitud de la plenitud
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Vivir con plenitud es vivir con lentitud. Los abuelos de la tercera edad cuando crecen se vuelven lentos. La lentitud los aborda gradualmente, sin anuncios súbitos, ni señales repentinas. Va tomando posesión de sus pasos y posturas. El sentarse y levantarse carecen de la anterior agilidad Disminuye su flexibilidad muscular y sus movimientos exigen pausas.
Esa lentitud los hace ver a los adictos a la adrenalina, como seres inútiles en esta sociedad de la velocidad, de la agilidad deportiva y de una supuesta productividad que se fundamenta en la hiperinnovación comercial.
Sin embargo, esa lentitud física no es sinónimo de lentitud en los procesos del pensamiento (que son muy diferentes de los procesos mentales de la memoria).
Konrad Adenauer a los 73 años fue electo Primer Ministro de la República Federal Alemana en 1949 e inició la reconstrucción de Alemania y Europa después de la Segunda Guerra Mundial. David Ben Gurion a los 62 años fue electo Primer Ministro del nuevo Estado de Israel y duró 14 años en el puesto. Ángelo Roncalli, un hijo de campesinos, fue electo Papa a los 77 años de edad. Tuvo la lucidez necesaria para convocar al Concilio Vaticano II e iniciar una transformación tan necesaria, radical y profunda de la Iglesia Católica como no se había realizado en el último milenio. Jorge Bergolio fue electo Papa Francisco a los 77 años de edad y en dos años de pontificado no solo es un líder de espiritualidad humana y cristiana escuchado con respeto en todos los ámbitos del mundo, sino que está sacudiendo la conciencia y compromiso cristiano, tanto de la Jerarquía Católica como a todos los bautizados.
Estos son unos ejemplos de tantos que comprueban que la lentitud del vivir no es un signo de deterioro mental ni de inutilidad social que justifica un prejuicio social y que los convierte en unos marginados sin vitalidad.
La vitalidad de la tercera edad es muy diferente a las de las edades anteriores. La lentitud física estimula una vitalidad que da el espacio y el tiempo necesario para observar la realidad humana sin fantasías adolescentes e ingenuas, para juzgar los hechos sociales y su trascendencia sin prejuicios, ni filias-fobias distorsionadas por las emociones y lealtades comprometidas, para reflexionar y descubrir el verdadero bien común de la familia y de la sociedad. Esta lentitud que significa silencio y meditación serena, paradójicamente genera una visión a largo plazo, a pesar de que el visionario probablemente sufre de cataratas. La persona dela tercera edad en su lentitud redescubre la sabiduría de sus experiencias, su historia personal es la fuente de su comprensión de la realidad que lo rodea.
El problema más frecuente que padecen los adultos en plenitud es que en su familia y en el mundo de hoy difícilmente pueden encontrar alguien que los escuche y considere apropiadamente sus pensamientos y juicios. Sin embargo, cuando los miembros de las otras edades se permiten lentificarse y dialogar con algún adulto en plenitud de experiencias e historia, se contagian de una vitalidad diferente y disfrutan de una sabiduría escondida que no se encuentra en ningún otro lado.