La Feria del Libro
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Las ferias del libro han cundido en el país llenando huecos enormes en el territorio entero. Fuera del Distrito Federal y unas cuantas ciudades es difícil encontrar libros raros o de editoriales que no tengan un aparato suficientemente poderoso como para inundar el mercado de lugares alejados del Centro, como lo es Saltillo. Por eso es importante aplaudir el esfuerzo realizado por Alfonso Vázquez Sotelo y su equipo.
La actual feria, situada de un tiempo acá en Arteaga, es decir en el campus de la Universidad Autónoma de Coahuila, ha ido conquistando lectores. El éxito de la Feria puede mostrarse haciendo memoria: inició en el antiguo Hotel Arizpe para luego migrar hacia el Museo de las Aves pasando al Museo del Desierto. En éste a pesar de tener espacios enormes, en unos años se vio desbordado por los visitantes, por lo que hubo de trasladarse a Arteaga.
En esta Feria se convocó a dos invitados: el Estado de Puebla y, como país, el Uruguay. De Puebla habrá que ir a ver cuál es su producción porque no podemos decir que circule demasiado en el norte mexicano. De Uruguay menos, pero ellos, en cambio, tienen algunos de los más grandes autores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo 20.
Se habla mucho de planes para promover la lectura. Hay buenas ideas y mejores formas de hacerlo pero hasta ahora no es demostrable que los niños aumenten su tiempo de lectura en casa. Cuando los güercos regresan al hogar se hunden en un sillón o en el suelo y quedan hipnotizados por el televisor por varias horas (añádale una Coca y unas Sabritas y tendrá como resultado un cerebro receptor que no razona). No tengo claro pero pienso que ningún maestro podrá promover la lectura si él mismo no es un buen lector. En entrevistas a personas que tienen el hábito de leer casi siempre (con pocas excepciones) hubo un padre, madre, abuela o hermano mayor que inició al niño en el amor por los libros. Muchos de los escritores declararon que veían el placer que tenían sus mayores por el silencio, la soledad y el gusto del texto. Es difícil meter esta práctica en el alma del niño a gritos y sombrerazos. Hice una pequeña irrupción en la vida intelectual de mis alumnos y por ellos mismos me enteré o deduje que los que conquistaron el hábito de conversar con las letras no fueron presionados por nadie. En mi caso yo leí desde niño (El libro de oro de los niños, por ejemplo, que empezó leyéndolo mi mamá y lo terminé solo). Pero fue el profesor Antonio Espinosa, justamente un poblano, quien nos inició a una decena de alumnos de quinto de primaria en la lectura de El Corsario Negro y Los Tigres de la Malasia de Salgari, para pasar a Conan Doyle y luego a otros. Y desde entonces no he dejado la lectura.
La Feria de Arteaga, con las críticas que se le hacen, es una alternativa a lo poco que tenemos a mano. Es penoso que cuando pregunté en las librerías locales por libros de Goytisolo siempre me preguntaron cómo se escribía. O sea que los mismos vendedores no leen. Pero en la Librería de Viejo de Rufino Rodríguez éste siempre sabe todo lo que hay o te orienta.
En cuestión de libros no puede uno estar seguro jamás. Creía haber leído todo lo escrito por Borges. Acabo de comprar el primero de tres tomos de Textos recobrados, es decir, pequeños escritos, poemas, ensayos, entrevistas, encuestas y demás que divulgó en periódicos locales de escasa o nula circulación, incluyendo uno que él mismo hacía y pegaba en las calles (que nadie leyó jamás, confiesa). Así que vienen nada menos que 1200 nuevos textos del maestro de maestros. Leí algunos. En uno elogia a nuestro Reyes como el gran incitador a la lectura por su perfección. Otro textito se atreve a confirmar que el tango (nada menos que el tango, orgullo de los argentinos, tiene por origen al Uruguay y es música y baile de negros). Recuerdo a los lectores que Borges tuvo siempre una simpatía enorme por el Uruguay. Algunos de sus mejores cuentos están ubicados en la República Oriental.
¡Bien por la Feria de Arteaga! No deje de ir. Si no tiene dinero hay autobuses gratuitos y siempre encontrará algún buen escritor, poeta, ensayista y hasta puede toparse con un historiador comentando sus productos o los de terceros. Si no compra ya escuchó a gente que sí lee.