Intercambio
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Algo que vuelve realmente accesible conocer las principales capitales del mundo y otros sitios de interés turístico es el contar con una alternativa de hospedaje distinta a la hotelería.
En las ciudades altamente concurridas el valor de la tierra es muy elevado, de tal suerte que la noche en el hotel más rascuache resulta carísima.
Para la comida siempre hay opciones económicas (no comer es la más barata); para volar, si se hace con anticipación y una concienzuda búsqueda, también surgen paquetes atractivos.
Es el alojamiento con lo que es más difícil negociar.
En mi caso, he podido hacer prolongadas estancias en sitios de primerísimo interés gracias a que el primo de la ex del amigo de un conocido correspondió un viejo favor alojándonos en su mini-departamento que para fortuna de todos está en X ciudad.
De otro modo, mis opciones para viajar se reducirían a que, de pronto y de forma por demás espontánea, me integrasen al nutrido séquito que acompaña a EPN a sus giras internacionales.
Zanjar el tema del hospedaje resuelve en efecto el 75 por ciento de las complicaciones del turismo de clase mundial.
Pero ¿Y si le dijera que la mejor opción ha estado allí, frente a nosotros, todo este tiempo?
No, no hablo de pensiones, hostales y otras alternativas económicas, sino de un esquema de alojamiento totalmente gratuito.
El intercambio de casas (home swapping) con fines vacacionales surgió desde los años 50, aunque es obvio que alcanzó nuevas proporciones con el advenimiento de la internet (¿la internet es niña, no?).
El concepto, sin embargo, no ha variado en absoluto: dos personas, en puntos geográficos distintos, se ponen de acuerdo a distancia para intercambiar sus casas durante el periodo que ambos estimen conveniente, sin ningún costo de por medio.
Hay algunas variantes, como el pertenecer a una comunidad o red de intercambio y así tener diferentes sitios a elegir en todo momento, pero son en todo caso completamente gratuitas también. Y lo mejor de todo es que es tan democrático que está disponible para cualquiera.
¿Ha sabido usted que los hoteles se pongan en huelga, o que le exijan a la autoridad que impida este hermoso acuerdo de mutua conveniencia entre dos individuos de distintas nacionalidades?
¿Acaso el gremio hotelero se siente tan amenazado que pretende bloquear los sitios de encuentro para los home-swappers, disponibles en la red? ¿O va a exigir un impuesto a aquel que dé alojamiento a un extranjero en su sacrosanto dominio, su hogar?
No entiendo por qué si la respuesta es no en cada pregunta, no aplica lo mismo para los nuevos esquemas de transporte que las redes sociales y la plataforma virtual en general nos permiten hoy en día.
La pusilánime autoridad del Distrito Federal terminó por imponerle un montón de gravámenes, requisitos y obstáculos a UBER y sus prestadores del servicio. ¿Por qué? Porque la autoridad es timorata en todas partes y hasta la de las mejores ciudades le tiene un miedo infinito a los gremios organizados.
Entonces, para aplacar los ánimos de los abusivos taxistas defeños, el Gobierno capitalino le metió impuestos y trabas a una idea que era esbelta, económica y eficiente. ¡Qué pena y risa me da esa autoridad!
Esta semana vi a nuestra ciudad dar un primer tímido paso hacia la emancipación del cochino sistema de transporte público. Un perfil en Facebbok publicita la empresa Choferes Elite Saltillo.
No somos taxi. Ya no sufras más con los operativos anti-alcohol. Llega seguro a tu casa. Personal capacitado. Pregunta por nuestras tarifas.
Claro, falta ver si el servicio es lo que anuncia: competitivo en precio y calidad, pero de entrada lo están asegurando y se presumen como una solución para salir de juerga (de fiesta o antro) y regresar a casa sin inconvenientes (como accidentarse, ser detenido por la policía o asaltado por un taxista). Yo, con las recientes experiencias que he tenido con los taxis (pus es que en la noche el taxímetro no aplica, joven), sí le entro.
¿Y qué si autoridad no garantiza este nuevo servicio? No puede ser peor: más caro, más sucio y menos confiable que el servicio tradicional que sí avala con sus concesiones.
Me gustaría saber qué piensa hacer la autoridad. Sabemos de antemano que el gremio taxista no verá esto con buenos ojos y es que odian la competencia tenga ésta la cara que tenga.
Pero la autoridad, ¿Qué hará con Choferes Élite de Saltillo? ¿Planeará gravarlos, sancionarlos, coartarlos o de plano encarcelarlos? ¿Resolverá otra vez a favor de la mafia del transporte o acaso nos permitirá, por una vez a los ciudadanos, elegir lo que mejor nos convenga?
Yo estoy ansioso por averiguarlo, pero también por salir de vacaciones.
petatiux@hotmail.com
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