Inocencia en la cruz
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Algunos tienen dudas de fe y se preguntan: ¿por qué les pasó eso si eran gente buena que estaba celebrando su fe? ¿por qué la muerte y el sufrimiento inocente? ¿por qué tantas veces ha pasado que son los peregrinos las víctimas? Suponen que deberían ser los más protegidos.
Si Dios es amor, dicen, ¿por qué permite eso? Algunos prefieren preguntar ¿para qué? Saben que no lo quiere, solo lo permite por un bien mayor que no siempre alcanzamos a captar.
Sabemos que los mandamientos divinos son mandamientos para el verdadero bien humano. Que es bueno para todos no mentir, no matar, no robar, no querer para otros lo que no queremos para nosotros mismos. Se podría dudar del amor de Dios si su mandamiento fuera mátense unos a otros pero el mandamiento suyo es: no matarás.
El mundo se ha hecho peligroso por no respetar la creación y los planes del Creador. La libertad humana puede contradecir, tachar, prescindir, desobedecer lo mandado. Nadie quizá quiere matar pero hay muchas decisiones y acciones libres. En un taller pueden no ajustarse bien los frenos. Una caja de volteo puede sobrecargarse. Se puede encomendar la conducción a un inexperto. Una calle empinada que cruzarían peregrinos puede no ser bloqueada por imprevisión. En el momento del descenso, puede no girarse el volante hacia un choque con paredes que evite la catástrofe.
El Creador no solo ha dado las leyes morales sino ha establecido las leyes físicas, mecánicas, y ha dejado que la ley natural pueda vaciarse en leyes positivas más inmediatas y más prácticas. La humanidad tiene el don personal de la libertad para tomar decisiones. En la vida moderna se hacen estudios minuciosos de especialistas cada vez que hay un descarrilamiento o se cae un puente o sucede un accidente aéreo. El fin es evitar los errores y las imprevisiones y convertirlos en experiencia.
La fe supera el quedarse solo en la tristeza o solo en el dolor tan humano, tan comprensible y tan respetable. Conoce lo frágil y transitorio de la vida humana y está informada del destino trascendente y no ignora la promesa de una vida gloriosa. La esperanza de bienes eternos es lo que ilumina y fortalece a los creyentes. Y es la caridad la que destella en tantas acciones de solidaridad, de compañía, de apoyo, de oración, de cariño y fraternidad.
Las imágenes de Cristo crucificado hablan de cómo no se cumplió con el mandamiento de no matarás. Dicen mucho del sufrimiento inocente que se vuelve redentor. Hablan del amor del Salvador que no buscó protección divina para ocupar el último lugar del servicio, porque era el primer lugar del amor. No hay respuestas completas para todas las preguntas. En el dolor y la pascua de las víctimas vemos una imagen de Cristo sufriente.
Hay mucho que aprender respecto a la dignidad de la vida humana y descubrir cuánto tenemos que cuidarla con una ecología universal que no la ponga en riesgo ni la atropelle, no solo en las calles sino en todas las etapas de su desarrollo y de su peregrinación, desde la concepción hasta su pascua...