Indiferencia criminal
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Más de 300 personas, entre ellas decenas de niños y adolescentes, vivían, dormían y trabajaban en condiciones deplorables e inhumanas, en la esclavitud. Recientemente fueron rescatados de tres ranchos en Ramos Arizpe.
No sé cuál dato sea más escalofriante: el número de seres humanos explotados por otras personas; las durísimas condiciones de su explotación, o el repentino olvido y silencio del tema. Pasmosamente los graves hechos dejaron de ser nota, pasaron ya a abultar el anecdotario delincuencial de nuestro País, el país de la impunidad.
Lamentablemente el hecho no es nuevo ni excepcional; sucede todos los días, de costa a costa y de frontera a frontera. Viven en México cerca de 50 millones de personas en la pobreza, millones de ellos son niños y niñas. Viven en una pobreza que los hace vulnerables. Niñas y niños que, desde el amanecer de sus vidas, se ven privados de todo, de toda posibilidad de desarrollarse y tener una vida medianamente vivible. Peor aún, estos niños y niñas padecen condiciones en las que son objeto de las peores vejaciones: tráfico de personas, abuso sexual, tráfico de órganos, trabajos forzados, esclavitud y muerte, y todo ello a manos de seres que se dicen humanos.
Estos crímenes se cometen todos los días en el País y en Coahuila sin consecuencias para quienes los realizan. La cifra negra lo confirma todo, el 98 por ciento de los delitos queda impune. El caso de Ramos Arizpe probablemente no será una excepción. Irán a prisión unos cuantos empleados menores de los ranchos. Con el tiempo hasta esos chivos expiatorios quedarán libres. Los verdaderos responsables habrán de escudarse en la burocracia penal mexicana, en sus abogados y, como último recurso, en algún país extranjero. Cuentan con dinero suficiente para ello, obtenido en gran medida de su delito: esclavizar personas.
¿Qué sigue a tanto horror?, ¿Qué sigue en un país donde se exonera al Presidente de la Nación y a su Secretario de Hacienda, a pesar de que recibieron bienes cuantiosos de un contratista al que pagaron miles de millones de pesos en dinero público? ¿Qué sigue en un país donde mueren quemados niñas y niños, donde perecen sepultados mineros, donde desaparecen estudiantes, donde se asesina a periodistas? ¿Qué sigue en el país donde la corrupción es costumbre, donde el favor al que paga sustituye a la ley, donde todo el rigor de la autoridad se abate sobre el que nada tiene?
Podíamos decir hasta hace poco que no todo era negro, que había muchos grises y algo de blanco. 50 Millones de pobres sí, pero otros 60 que no lo eran. Mexicanas y mexicanos que, día a día, trabajan, para vivir mejor y generar riqueza. Ahora hasta eso tambalea. Un gobierno ineficiente, que ni gastar sabe. Una crisis económica mundial, el petróleo por los suelos y el dólar en los cielos. Esperemos al menos que esto último dé un empujón a las exportaciones y un respiro a una parte del pueblo trabajador.
A fin de cuentas, el asunto se explica por la indiferencia que impera en una sociedad educada para reducir sus obligaciones ciudadanas a un ritual de democracia meramente electoral, y muchas veces, ni a eso. Una sociedad que, en el mejor de los casos, se indigna pero no participa. Una clase media cooptada por un materialismo consumista, que olvida las penurias de sus hermanos. Quizá debamos ir a la raíz, a la pregunta fundamental que debe hacerse todo ser humano: ¿Para qué nacimos, para qué vivimos, por qué causa vale la pena dar la vida?
El Papa Francisco, durante una visita al sur de Italia, donde cada año perecen miles de migrantes que huyen del hambre y de la muerte recordó palabras del Génesis: Dios pregunta a Caín por su hermano Abel, al que había asesinado y Caín le responde: “¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?”. ¿Somos guardianes de nuestros hermanos excluidos, explotados, asesinados, perseguidos? Nuestra indiferencia es criminal, un grave pecado de omisión.
Twitter: @chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez