House of Cards, la fantoche entretenida
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Regresó “House of Cards”, esta controvertida serie de Netflix que quizá sea de las pocas fantoches que aceptamos con los brazos abiertos. ¿Y por qué fantoche? Porque cada temporada su nivel de fantasía aumenta. Su imposibilidad se multiplica. Sus escenas irradian cada vez más falsedad pero no nos importa.
En esta tercera entrega los Underwood volverán a las andadas. Creo que la repetición de la fórmula ha comenzado a cansar, pues se vale de lo mismo: capítulos en los que creemos que no pasa nada y que finalmente nos sorprenden con giros inesperados.
Lo hicieron en la primera, en la segunda y ahora también en la tercera. A mí me pareció entretenido de nueva cuenta, pero acepto que ya no es lo mismo. Las fórmulas cansan.
Sin embargo hay detalles que destaco de esta tercera temporada. En este caso la serie se concentra un poco más en la introspección de otros personajes y tiene como punto focal un tema: la eterna soledad dentro de la política de altos vuelos.
Doug Stamper (Michael Kelly) no estaba muerto y pronto andará nuevamente de parranda. Su personaje toma un rumbo mucho más protagónico en esta entrega y entre él, Remy Danton (Mahershala Ali) y la propia Clare (Robin Wright), los diversos tipos de soledad se representan. La soledad al descubrir que no eres nada sin tu trabajo; la soledad de comprender que no eres nada sin la confianza de un ser amado; la soledad de saberse solo en compañía del otro.
Aunque, como siempre (“siempre” ya es la palabra correcta), también hay personajes cuyas historias valen un cacahuate, no dicen nada o se quedan inconclusas.
Volvamos a lo positivo. Otro de mis goces con “House of Cards” continúa siendo su osadía para traer a colación los temas políticos del momento. Ya sabemos que es ficción, que así no funciona el mundo y mucho menos la Casa Blanca, sin embargo es divertido observar su propia versión del presidente ruso Vladímir Putin, llamado acá Viktor Petrov (Lars Mikkelsen), quien le dificultará el mandato a nuestro presidente interino gringo Frank Underwood (Kevin Spacey). También es divertido escuchar una crítica abierta hacia Walmart (además de la de “South Park”, digo) y ver a las Pussy Riot tirando sus copas de champaña en una fastuosa cena presidencial.
La tercera de “House of Cards” tiene capítulos realmente destacables, sin embargo es más sosa que las anteriores temporadas. La magia comienza a extinguirse y eso será una prueba de fuego para la cuarta entrega, en la cual seguramente veremos a Frank luchar no sólo por la presidencia legítima, sino también por recuperar el amor de su querida Clare. ¿O será que lo veremos estrenando romance?
Total, que para aventarme en tres días los trece capítulos sin sufrirlos, “House of Cards” todavía puede llegar a sorprenderme. Démosles otra oportunidad a Andrew Davies, Michael Dobbs y Beau Willimon –los escritores– de volver a hacer maravillas como hace dos años.
Mi calificación: 80 de 100. Mi Twitter: @CalladitaR