Hambre, again
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TEMAS
Hay reportajes que se leen más que las novelas y cualquier ficción y hay libros de entrevistas más entretenidos que las tradicionales novelas de terror
Ya no hay fronteras entre el periodismo y la literatura. Hace lustros se desvanecieron. Hay reportajes que se leen más que las novelas y cualquier ficción y hay libros de entrevistas más entretenidos que las tradicionales novelas de terror. Pero, dichos reportajes, entrevistas y crónicas subyugan por un motivo, están contados con un mejor lenguaje literario que muchos textos de escritores, digamos serios, los cuales son tan aburridos, como muchos de los que se hacen pasar como buenos prosistas.
Es el caso de ciertos cronistas, excelentes reporteros que a la vez, son espléndidos narradores. A la azar y sin orden ni concierto: Sam Quiñones, Juan Pablo Meneses, Santiago Gamboa, Leila Guerreiro, Martín Caparrós, Manuel Vicent, Juan Manuel de Prada la lista es larga y amplia. Puros ases. A mitad de res, escribí el nombre propio de un escritor y periodista argentino, bueno como pocos, Martín Caparrós. Y éste y no otro ha tardado cinco años en dar punto final a un tema tan espinoso como doloroso en el alma. Tema al cual me he referido en este espacio no pocas veces con los datos locales y regionales: el hambre en el mundo.
Lo anterior ha movido la pluma y talento de Martín Caparrós. El desperdicio de los alimentos, la opulencia en los banquetes de unos cuantos contra la desnutrición y hambre de una gran mayoría. La estrategia de los grandes monopolios (empresariales, políticos y religiosos. Sí lector, de corte religioso), la siempre inequitativa distribución de la riqueza, en fin, todo eso que padecemos, Caparrós lo puso en letra de molde y entregó un libro invulnerable, El Hambre. (Editorial Planeta, 2013).
Caparrós por cinco años visitó Nigeria, Kenia, Sudán, Liberia, Zambia, Bangladesh, Madagascar, India, América Latina, Estados Unidos y vio y sintió como aquellos que sufren hambre. Comió lo que ellos comían; bueno, cuando podían. Los motivos, analiza, son diversos, multifactoriales: por sequias, pobreza extrema, guerras, marginación sin empacho alguno, el periodista que tiene lustros poniendo el dedo en la llaga, escribe: Los hambrientos son la gente que le sobra al capitalismo (unos mil millones).
El libro, como debe de hacerlo un buen reportero, un buen escritor, no deja títere con cabeza. Amén de señalar a aquellas compañías que dominan el mercado de los alimentos, arremete con datos en la mano en contra de las ONGs que en un gran porcentaje se convierten en instrumentos de los países ricos para que los países pobres dependan de su ayuda humanitaria.
Esquina-bajan
Hace poco pedí audiencia con el poderoso Delegado Federal de la SEDESOL en Coahuila, Emilio Mendoza Kaplan. Me recibió en sus oficinas las cuales son de trabajo, no de ostentación. Empecé a hablarle de mi preocupación por ese estrato de la población de Coahuila a los cuales se nos dice (me incluyo, por supuesto) pobres. Jodidos, es lo mismo. A reserva de que hemos programado una larga sesión y visita a varios municipios de Coahuila, Mendoza Kaplan ha aportado las siguientes cifras.
Hay 700 mil coahuilenses sumidos en el atraso y la pobreza. De estos, 93 mil se encuentran en la pobreza extrema. Por eso de la intención del programa de Comedores comunitarios, los cuales llegarán a 23 de 38 municipios de Coahuila para atender semejante problema. Si Caparrós hubiese visitado Coahuila, claro que seríamos motivo de estudio y condena.
En el libro, hasta la Madre Teresa de Calcuta se lleva un buen rozón. En entrevista con el diario El País, Caparrós señala punzante: No tengo nada contra la Madre Teresa. Pero muchas veces me pregunto qué tiene el mundo a su favor. Sobre todo, pereza para averiguar qué era, qué hacía. Dice que a pesar de que la Fundación de la monja tenía suficiente recursos económicos, nunca hizo una clínica para dar atención médica a los desfavorecidos y se dedicó a abrir casas para morir mejor hay algo (entonces) hermoso en ver a los pobres aceptar su suerte.
Letras minúsculas
Uf. Lea el libro, deslumbrante. La Madre Teresa, un cacique con piel de monja.