Felicidades Saltillo
COMPARTIR
TEMAS
Llegué del brazo de mi marido, con dos niños pequeños. Venía del sur, del mar, con un paisaje colmado de la exuberancia de las tierras del trópico, en donde abunda el verde en todos los tonos imaginables y las flores nacen y se multiplican como por arte de magia. ¿Quién iba a decirme que tendría otra patria más en el corazón? Cuando eres tan joven como yo era entonces - porque ahora nada más soy joven a secas - tienes todo el horizonte desafiante para embarcarte en él y perseguir sueños y estrellas y adentrarte en el asombro de lo nuevo con todo el ímpetu de los años prístinos.
Llegamos a Saltillo en el boom de los ochentas, cuando las armadoras de autos se instalaron en la región, para sumarse a las actividades productivas del Grupo Industrial Saltillo, de Molinos el Fénix, de Zincamex, de Inyect Diesel, y de todas las empresas de proveedores que habían crecido a su vera. Mi esposo dejaba SICARTSA y venía a CIFUNSA. Era mi primera vez en el norte de México.
Hay un mundo de diferencia entre las dos latitudes, no obstante tratarse del mismo país. Es la policromía de nuestra tierra, los preciosos contrastes de un México distinto que se multiplica para abarcarlos todos y hacer uno solo. La nieve solo la conocía de referencia, igual que al frío. El año que llegué a Saltillo, tuve el regalo más lindo de invierno: Nevó. La alameda era un poema vestido de blanco impecable, mis niños y yo quedamos boquiabiertos ante aquel espectáculo deslumbrante que jamás antes habíamos visto. Nuestro mundo estaba hecho de esbeltez de palmeras, acantilados soberbios contra los que se estrellaban las olas del Pacífico azul, y playas doradas y cálidas. El invierno y el desierto viven hoy también en mi corazón.
También los sabores y los aromas cambiaron de repente. El de membrillo me arrobó el olfato, el de manzana recién cortada y cocida con canela, el de las tortillas de harina recién hechas, el de la carne asada y los chiles rellenos de chorizo y queso, el del cabrito en fritada y los machitos de entraday el delicioso olor de las semitas que se amasan con anís y pulque para condecorarse en el horno con largueza. Nos hicimos clientes de doña María, que en gloria esté, la señora que nos contó la historia del merendero en el que el mismo presidente Juárez tomaba su desayuno durante su estancia en nuestro Saltillo. No puedo pasar por alto las deliciosas enchiladas acompañadas de papitas y chiles toreados que hacía como nadie.
Alguna vez yendo a Chihuahua y muy jovencita, pasé por Saltillo, nunca me imaginé que yo iba a vivir aquí. La Catedral de Santiago, la Plaza de Armas, el Ateneo Fuente, la rectoría de la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad Antonio Narro un día fueron solo referencia de una ciudad llamada Saltillo, pero hoy no, hoy son ya parte de lo que es tan mío como lo es de los que aquí nacieron.
Tenemos treinta y cinco años viviendo aquí, es MI CIUDAD también. Mi marido es coahuilense de nacimiento, lagunero, mis dos hijos mayores no reconocen otra patria chica más que esta, mi hijo menor, él si es saltillense, tres de nuestros cuatro nietos saraperitos, y yo, yo ya también soy de aquí, por mi larga estancia, por todos los afectos que aquí tengo, por todos los amigos que la magnanimidad de Dios nos obsequió y que me resulta difícil explicar mi vida sin ellos. Aquí he crecido como persona, como profesionista, aquí he tenido la oportunidad de ser y hacer cuanto un ser humano requiere para sentirse feliz y realizado, de modo que soy de aquí. Por eso estoy de fiesta, porque mi ciudad, nuestra ciudad, ayer cumplió la envidiable edad de 437 años, esta tierra que bautizó Alberto del Canto con el nombre de Saltillo cuando se encontró con ella.
No pude estar, no obstante la gentileza de la invitación de nuestro alcalde en la ceremonia conmemorativa el día de ayer, pero con el corazón SI, ayer, hoy y siempre. Bendito sea Dios que yo si tengo una patria, no como el poeta español León Felipe, que se dolía de no tener ninguna. Yo tengo tres, que fortuna.
Saltillo, te abrazo con todo el corazón. Larga, larga vida.