Éste gobierno, según el Registro Público
COMPARTIR
TEMAS
La memoria es frágil. Apenas y se atesorará la expectativa que fue lo que terminó siendo este gobierno: de uno integrado por los mejores perfiles, al integrado por los mismos; de un gobierno protector de los derechos humanos a uno confiscador de autos; de un gobierno para todos a uno que cobraba la entrada a los parques.
Con el dinero comprometido para, por lo menos, los próximos treinta años, la estrategia fue clara: reformar leyes que hasta la redacción de una constitución es más barata que un paso a desnivel. Ya luego, con leyes de primer mundo, a pagar para presumirlas por todos lados.
Pero los textos legislativos quedaron grandes en la realidad. Una muestra es la Ley de Transparencia (motivo de algún escrito próximo) donde demostrado está que, por Ley, puedes tener los primeros lugares nacionales sin haber movido un dedo (sin tener la capacidad para hacerlo), sin respetar los transitorios que, por cierto, harían realidad la promesa.
Las normas han quedado grandes porque no se ha invertido en la capacidad de las organizaciones: los directivos son los amigos o los compromisos políticos y la estructura es una mezcla entre red clientelar, ejército electorero y carne de cañón. Así, frente a cualquier coyuntura, no hay capacidad de respuesta… y frente a la incapacidad y sus errores, no hay responsabilidad.
En columnas políticas y programas claramente patrocinados, se habla de soluciones inmediatas y de órdenes enérgicas y de liderazgos claros: alivios temporales que se hacen ver como la gran solución de un estatista. Pero la verdad es una desde hace meses, el Registro Público está ahorcado en su propia impericia.
Los costos de esta situación no resuelta y la trascendencia de la inoperancia es ya, desde hace tiempo, inconmensurable.
La parca comunicación alrededor del asunto alimenta la especulación. Alguno, pidiendo la reserva del caso, me comparte una lectura probable: la del castigo a un gremio, los notarios, que no ha querido someterse. Así las palabras escuchadas. Hay, como se recordará, breves episodios donde los fedatarios han querido razonar con quien no ve, no oye y no escucha. Si la solución al Registro va lenta, dicen, es reprimenda.
Especulación, como digo. Hablaría de un gobierno rencoroso y vengativo al que no le importa a quién afecte con tal de mandar su mensaje. Pero aquello de que si el río suena es porque agua lleva sería excesivo. ¿O no?
Grave el asunto del Registro Público. Peor lo que representa.
Si esto, lo del Registro, resulta una clara fotografía de cómo es la administración del todavía gobernador, lo que congela es la comprobación de que esas prácticas no son privativas del Ejecutivo, sino que se extienden al resto de las organizaciones que (en papel) debieran tener vida propia.
Ahí está el ICAI, con sus desfases e incapacidades, existiendo porque no hay de otra. Allá, el Poder Judicial y su asunto con el FICREA y la receta para perder (al menos) 90 millones sin responsables. Más allá, hablando de organismos constitucionales autónomos, está la Comisión de Arbitraje Médico que… ¿todavía existe?
No hay sorpresas. Lo abarcaron todo, pero en todos lados chorrea; es lo que sucede con una estructura en permanente campaña para, luego, no saber administrar.
@victorspena
www.victorspena.netVíctor S. Peña