Estado rector de la economía
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El Papa León XIII, en 1891 dio a conocer su Encíclica Rerum Novarum, primero de una larga lista de documentos pontificios sobre la cosa pública. Estos documentos se conocen como Doctrina Social de la Iglesia. León XIII fustigó la explotación de los trabajadores, llevada al extremo por la Revolución Industrial.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, Konrad Adenauer, fijó las bases para la reconstrucción alemana, llamó a ese modelo Economía Social de Mercado. Frente a los excesos del comunismo y del capitalismo, que generaban enormes injusticias, el modelo de Adenauer proponía una tercera vía: economía de mercado con responsabilidad social. Así se propagó su idea en el mundo bipolar.
En México, dejado atrás el nacionalismo trasnochado que disfrazaba la dictadura de Calles, Lázaro Cárdenas dio el banderazo a un socialismo a la mexicana que juntaba de dulce, de chile y de manteca, y que pretendió imponer una educación y una economía de planificación central, contrarias a la libertad económica y de enseñanza. Frente a ello, Manuel Gómez Morín, de la mano de Efraín González Luna, defendieron la libertad, pero conocedores de los excesos y/o errores en que suele caer una economía únicamente sujeta a las leyes del mercado, plantearon que el Estado debía ser rector de la economía conforme a esa tercera vía.
Tal parece que la historia se repite una y otra vez. Tanto el capitalismo, como el socialismo sin control siguen teniendo fieles exponentes en gobiernos y funcionarios públicos. México, por supuesto, no es la excepción. Abundan los ejemplos de injusticias que ponen en evidencia la necesidad de un Estado rector de los destinos de la economía, que sancione sus excesos y sus defectos. No hablo de un Estado que vulnere la libertad; sino de un Estado que sancione y controle sus excesos, que corrija sus injusticias. Manuel Clouthier lo definió con gran claridad en los años ochenta: Tanta sociedad como sea posible y solamente el Estado que sea necesario.
La economía globalizada trajo consigo nuevos retos y más injusticias. Mucho se ha escrito al respecto. El comercio global es el eje fundamental de un nuevo orden tremendamente exitoso e injusto. En ese ámbito se materializa la libertad y se producen los éxitos, el empleo, la innovación y la calidad, pero cuando falta una autoridad rectora, se multiplican las injusticias y el crimen organizado.
Los países que pretendan construir reglas para la gobernanza mundial están obligados a configurar un mercado global justo y equitativo. Si no existen esas reglas, se producen ventajas indebidas para unos en detrimento de otros. Los afectados son, siempre, personas de carne, hueso y alma que pierden su empleo, su tierra, su agua, su cosecha, su empresa, su patrimonio de un día para otro.
En esta vorágine se encuentran Monclova, Coahuila, y la parte de México que tiene que ver con la industria del acero. La estrepitosa caída de los precios del acero y la competencia desleal de China, los están llevando al precipicio. El gigante asiático no respeta los derechos humanos y muchas otras reglas del comercio internacional, especialmente los laborales, con mano de obra cuasi esclava, sus productos puestos en México, cuestan menos que los de nuestra industria acerera. Frente a ello, ¿cómo permitir que el asunto lo definan las fuerzas del mercado?, ¿Para qué esté el Gobierno? ¿Qué le deben a los chinos, a parte del tren que no fue?
El fenómeno es global. Por eso, países como Estados Unidos y Canadá defienden activamente a su industria en las instancias legales internacionales, y ejerciendo sus facultades como gobiernos de países soberanos, combatiendo el contrabando y fijando aranceles a todo cuanto signifique competencia cuyo origen es desleal.
El Gobierno de México parece estar optando por abandonar a su industria del acero. Los muchachos de Economía parecen tener más fe en la mano invisible del mercado, que en las facultades legales que, para defender a los mexicanos, les otorgan el Derecho Internacional y las leyes mexicanas. Cerca de 10 mil empleos están en riesgo. Una industria productiva está en riesgo de convertirse en transformadora, porque el gobierno carece de las agallas para enfrentarse a la dictadura china. Mientras tanto, los políticos de TODOS los partidos callan, por ignorancia, por incapacidad, por complicidad, por temor.
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Facebook: Chuy Ramírez