Enemigo en casa
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La violencia y el sometimiento de la mujer es un acto tan antiguo que se ha convertido en una norma sociocultural profundamente arraigada en el mundo
Hace pocos meses se habían divorciado y el tipo no lo resistió. Planeó un encuentro furtivo con su exesposa y aprovechó la ocasión para matarla. Después la enterró en un paraje abandonado, y regresó con tranquilidad a su trabajo. A los pocos días, la familia denuncio su desaparición y es entonces que él decide entregarse a las autoridades confesando su crimen. Esta historia no sucedió en un país de medio oriente donde han interpretado en forma torcida el Corán, libro sagrado del Islam, que en su versículo 34 dice: Una mujer rebelde primero debe ser amonestada, después abandonada en la cama y finalmente golpeada.
No, esto sucedió hace unos días en Saltillo cuando un hombre, asesinó a quien fue su esposa en un hecho lamentable que confirma la terrible violencia de género que prevalece en México. Con toda seguridad el tipo empezó a ejercer violencia emocional y económica. La denigraba y la ofendía diciéndole que ella no era inteligente. La soslayaba imponiendo su poder como aportador económico mayoritario. Luego fueron los golpes y es entonces que ella decide terminar con la relación. Pero eso tampoco fue suficiente y pasó lo que no tenía que pasar: Le arrebato la vida.
No se trata de un hecho aislado, es algo común pues las mujeres tienen al enemigo en casa. Por eso, hoy que en México se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, resulta extraño festejar pues usted lo sabe, vivimos en una sociedad que discrimina y les da pocas oportunidades. Una sociedad en donde de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 63 de cada 100 mujeres mayores de 15 años ha padecido violencia. Un México en donde 48 por ciento de quienes tienen 15 años o más, han sido agredidas por su pareja y en el cual el 41.9 por ciento de las que viven en unión libre y el 37.1 por ciento de las mujeres casadas sufren violencia del hombre. Donde una cuarta parte de las mujeres que trabajan, enfrentaron actos de discriminación laboral y en donde 1,2 millones enfrentaron violencia física muy grave o extrema que puso su vida en riesgo.
La violencia y el sometimiento de la mujer es un acto tan antiguo que se ha convertido en una norma sociocultural profundamente arraigada en el mundo. Un acto tan antiguo, que incluso la propia Biblia en el libro del Génesis dice: Y de la costilla que Jehová tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Eva, la primera mujer de acuerdo a la Biblia, surgió del hombre.
No nos sorprenda entonces que viviendo en un mundo en donde las mujeres sufren los convencionalismos y estereotipos sobre la masculinidad y la feminidad, que este y otros efectos se hayan integrado por siglos en las mentes y las sociedades, dando paso primero al sexismo, y después a la subestimación y la idea definida de que las mujeres no merecen las mismas oportunidades laborales y educativas que los hombres. Esa es la mejor forma de perpetuar la violencia y las desigualdades y eso seguimos haciendo.
Hoy al igual que desde hace ocho años, en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer la ONU hace un llamado para utilizar una prenda o algún distintivo color naranja como una oportunidad de hacer visible el rechazo a la violencia contra las mujeres. Eso está bien y sin duda es mejor que no hacer nada, pero la realidad nos ha demostrado que promulgar leyes contra la violencia de género o crear más burocracia buscando reducir la incidencia de delitos en contra de ellas, no han podido eliminar la violencia. Tampoco ha servido emplear una pañoleta o un moño color naranja y tomarse fotos para compartirlas con frases inspiradoras en Facebook. Con tristeza les digo que utilizar pulseras con leyendas en contra de la violencia o lanzar globos color naranja hacia el cielo no podrán evitar que hoy, alguien golpee o denoste a una mujer.
Lograr algún cambio, significaría algo tan profundo como la refundación misma de la sociedad y el rol que en ella jugamos mujeres y hombres. Pero, qué le parece si por lo pronto, empezamos por algo que de tan sencillo parecería absurdo: Deje de golpearlas, de molestarlas, de acosarlas, de minimizarlas, de denostarlas. Dejemos de ser el enemigo que las mujeres tienen en su propia casa.
@marcosduranf