El poder de la realidad
COMPARTIR
TEMAS
La palabra que se da nos ata al honor.
Las palabras que usamos nos dan la libertad de expresar un concepto claro y distinto que atamos convencionalmente a una realidad para nombrarla. Esta atadura no es un cautiverio limitante sino una exactitud de significación. Es algo manifestativo que expresa algo constitutivo. La palabra que nombra se identifica con la realidad que significa. Esta es el alma de la semántica.
La etimología no siempre corresponde totalmente a la significación de una palabra. Patrimonio, en la significación, no se refiere a bienes del padre sino a un conjunto de bienes de una persona o de una institución. Matrimonio alude en su etimología solo a la parte femenina de la alianza pero su significación autorizada y aceptada es: unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales.
Muchas palabras de origen latino traen alusiones a usos del tiempo imperial romano y son usadas ahora con un significado que suprime la alusión. Hay también significados metafóricos: en Puerto Rico se llama matrimonio a un guiso de habichuelas y arroz, lo que por acá llamamos moros y cristianos. El lenguaje se vuelve estricto en su significación cuando se trata de ciencia, de jurisprudencia, de filosofía, de teología. Ahí al pan pan y al vino vino. No puede haber confusiones ni imprecisiones.
El poder de la realidad es llegar al conocimiento como un concepto y poder ser expresada fielmente por una palabra. No tiene consistencia afirmar que se excluye o se discrimina a alguien solo porque no se le aplica un nombre o una palabra que tiene otro significado. No se excluye al municipio porque no se le llama estado. No se discrimina
al texano porque no se le llama mexicano aunque se apellide Pérez.
Hay palabras como matrimonio, emparentadas con otras como casamiento, conyugalidad, desposorio, etcétera, que no pueden aplicarse a personas que viven el amor al prójimo, la comprensión, la convivencia estable y comprometida y tantos otros bienes sociales, pero que no son unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales. Pueden, claro, legalizarse esas uniones de conveniencia y de convivencia para disfrute pleno de derechos ciudadanos.
Es grande el poder de las palabras y grande el poder de los conceptos que ellas expresan pero el poder mayor es el de la realidad escrita en los cuerpos de los que hacen alianza y en la ley natural del amor que puede dar origen a la vida y que solo es posible entre hombre y mujer...