El hombre ha nacido para luchar
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La lucha, esa violenta y espectacular competencia deportiva, nació como medio de ataque y defensa. Hay evidencias de su práctica en la antigua China, Egipto, Grecia y Mesopotamia que datan tres mil años antes de Cristo. También la había en América precolombina. La versión moderna surgió en Francia durante el siglo XIX, cuando se organizaron las primeras contiendas en lugares donde asistía gran cantidad de público.
Como deporte, la lucha consiste en un enfrentamiento entre dos o más personas en el que se utilizan los brazos y las piernas contra el cuerpo del adversario a fin de desequilibrarlo. Puesto que pone en juego todos los músculos, es un ejercicio completo. Debido a su espectacularidad, es una exhibición atractiva, apasionante, a veces dramática, en la que los asistentes desahogan pasiones y despliegan la imaginación. En el prólogo del libro Espectacular de lucha libre, de Lourdes Grobet, el escritor Carlos Monsiváis dice: Van y vienen los contendientes, las piernas se estiran para renacer como tenazas, los brazos se anudan casi en cualquier parte En la lucha libre, el cuerpo, así se desborde en el sobrepeso y sea una invasión territorial a su modo, es propuesta de integración y complicidad, y por eso las expresiones de agonía son por fuerza escultóricas... Tal vez el más profundo de los escenarios se localice en la zona de los gritos, ese elevadísimo juego diabólico que describe el evento, apuntala al ídolo, desfoga al espectador, reinventa la Guerra Florida.
La simbología dice que la lucha procede de rituales destinados a estimular a las fuerzas naturales. Las disputas que tienen lugar con ocasión de la primavera o las cosechas, deben sin duda su origen a la concepción arcaica según la cual los golpes y juegos violentos fomentan la fertilidad y la energía. El bíblico combate de Jacob con el ángel, por ejemplo, puede interpretarse a esta luz: Jacob se revela por su victoria como digno soporte de la energía que debía suscitar el pueblo de Israel y todos los pueblos de la nueva alianza Los asirios, babilonios e hititas remedaban luchas que evocaban el triunfo del orden sobre el caos Es un medio de captación de poderes: el vencedor sale del combate acrecentado en fuerzas.
Así, la lucha que se libra en el escenario simboliza una batalla entre adversarios irreconciliables. El historiador inglés Thomas Carlyle (1795- 1881) dijo: El hombre ha nacido para luchar, y se le define mejor diciendo que es un guerrero nato y que su vida desde el principio al fin no es sino una batalla.
Comentarios: rjavier_vargas@terra.com.mx