¿El gran hombre?
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En Apodaca, NL., sea la hora del día ây aún, parte de la nocheâ cualesquiera, el sol está jurado. Se resiste a morir en el horizonte y su temperatura a la sombra es agua hervida: 38-40 grados diarios. En Apodaca no hay viento, brisa ni soplo alguno. Aquí el único soplo o jadeo agitado el cual conozco en mi oído, es el de mi lady, Ana Lilia Pérez L. cuando nos entregamos al placer amoroso y ésta, abandonada de sí, revolotea como pájaro malherido antes de acunarse en mis brazos.
En Apodaca âciudad en medio de la nada; cercana a todo, menos a sí mismaâ, el sudor escurre por brazos y piernas. Perla la frente de los tránsitos municipales y hace abanicarse a las señoras sentadas en la plaza principal. El calor agobia, asfixia. En Apodaca el calor sofoca, no hay viento, refrigerio ni reposo.
Aquí, como en casi todo el País, hay un solo tema de conversación: la fuga del ingeniero âcon sorna e ironía, en estas páginas de VANGUARDIA, el cronista Jesús Carranza así le ha bautizado, por la precisión de su obra subterráneaâJoaquín Guzmán Loera. Uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes y líder de una red de narcotráfico presente en tres continentes.
Maneja su negocio, ojo, escribí negocio, como un empresario y a diferencia del colombiano Pablo Escobar, no quiere ni le interesa el poder político. Es un hombre de empresa. Empresa delictiva pues, pero compañía. Según datos que son públicos, el ingeniero Guzmán Loera controla más del 45% de la droga que pasa por el País e introduce una cuarta parte de ésta en el mercado gringo. Es empresario. Sus rutas de trasiego y distribución, dicen los USA, admirados de su control y poder, unen los campos de amapola de Afganistán con las calles de Chicago. En México, su País, cubren al menos 60,000 kilómetros cuadrados de siembra de estupefacientes. Es decir, es el territorio equivalente al país de Costa Rica.
Bajo un sol abrasador, con el pavimento ardiendo y entre vapores del asfalto, a las 7 de la tarde, puntual, Ana Lilia Pérez camina como si el mundo no la mereciese. La diviso salir de su oficina vestida con sandalias de tacón, un minivestido dibujado a su menudo y turgente cuerpo de porcelana alba y con bolso en mano.
Me sonríe de lejos, llega y se funde conmigo en un abrazo; siempre me ha pedido que la bordee de manera de que mis manos rocen sus caderas siempre paradas y acaricie de soslayo las bragas y tangas que usa bajo la frágil tela de sus vestidos. Escurre sexo la flaca.
Esquina-bajan
Al fundirse en mi cuerpo, abrazarme y meter entre mis piernas su muslo redondo, me espeta: ¿Ya lo sabes verdad Jesús? El Chapo va a pagar todas las cuentas de los que debemos en Coppel, Elektra y esas tiendas. De hecho, en Internet ya se está contando que están apareciendo depósitos en las tiendas que te cobran muchos intereses y que se aprovechan de ti y aparecen letreros que dicen: El chapo pagó tu deuda. Ya ves porque la gente lo quiere y lo defiende en Apodaca, a las 9 de la noche, la noche no se adivina por ningún lado y la temperatura es más benigna: 36 grados a plomo en la sombra.
El sudor es pegajoso, húmedo; sin brisa de refrigerio.
Lo he contado miles de veces: soy pobre. Estoy jodido. Así estamos la mayor parte de los habitantes del País. Y como soy pobre y jodido, le debo a todo mundo, incluyendo a estas empresas que le cargan a uno intereses de agiotista. ¿Sabe cuál ha sido una estrategia de campaña y ahora de gobierno, que le ha funcionado al Alcalde mejor posicionado de Coahuila, Ricardo Aguirre de Ramos Arizpe y ahora, a su compañera y ganadora de la diputación federal como suplente, Edna Dávalos? Ayudar jurídicamente a las legiones de deudores. Un éxito.
¿Es Guzmán Loera el gran hombre que necesita este País para salir adelante? No.
Absolutamente no. Es un delincuente.
Fin. En Apocada y en el restaurante con un clima gélido el cual frecuentamos, hay un chisme incorregible: el Chapo pagará las cuentas de los deudores mexicanos esquilmados por estas empresas abusivas.
Y si lo dejan, paga la deuda del País. La flaca se cruza de piernas, si de por sí el corto vestido se le sube dejando ver el muslo redondo y lechoso y algo más, remata, ¿Ay, a poco no lo sabías Jesús?
Letras minúsculas
El villano ya es héroe en el México real no lo van a encontrar.
Jesús R. Cedillo