El carrusel de los horrores
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Manuel Clouthier Carrillo
Hace unos días el diario estadounidense The Washington Post calificó las atrocidades ocurridas en el estado de Guerrero como una parada en el carrusel de los horrores.
Igualmente, la revista The Economist señaló estos hechos de barbarie registrados hace unos meses en Michoacán y ahora recientemente en Tlataya, Estado de México o los de Iguala, Guerrero, como aquellos que muestran lo lejos que está México de ser un país de leyes, y cómo el combate a la corrupción y la impunidad son tan necesarios como las reformas económicas para lograr una verdadera modernización del país.
La Iglesia Católica ha ido más allá al manifestar que la violencia está desatada en México y que estos no son hechos aislados, sino un botón de muestra del fracaso del Estado mexicano. El padre Solalinde denuncia que México vive un Estado omiso, criminal, coludido con el narcotráfico, mientras el obispo de Saltillo, Raúl Vera, advierte que éste es un mensaje a los luchadores sociales, una advertencia de que así les va a ir, esto es, terrorismo de Estado, exclama.
¿Pero qué está pasando en nuestro país que está literalmente ardiendo? Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, las cosas no llegan a estos niveles de la noche a la mañana. Estos escenarios se han construido con el tiempo a través de la omisión, las complacencias y la complicidad de las autoridades con el crimen organizado. La corrupción organizada se alió con el crimen organizado.
Todos sabemos que las escaleras se barren de arriba hacia abajo, por lo que es urgente que se combata la corrupción que da sustento institucional al crimen organizado. Lo increíble es que en el sexenio de la guerra contra el narco âléase el sexenio de Felipe Calderónâ no se haya hecho, y hoy el PAN este proponiendo crear un sistema nacional anticorrupción.
En octubre de 2008, en el 19 aniversario luctuoso de mi padre, Maquío, en la Universidad Autónoma de Sinaloa pronuncie un discurso que decía:
En los tiempos actuales, el mayor riesgo a las instituciones democráticas en el país es el narcotráfico, pero especialmente la narcopolítica. Esto lo vengo gritando desde hace más de 6 años (2002) y es importante que lo escuche el pueblo, lo escuchen las autoridades y lo escuchen los medios de comunicación. Porque así como la alternancia se construyó de abajo hacia arriba, entiéndase desde nuestros gobiernos locales, hoy nuestra incipiente democracia se pierde desde nuestros gobiernos locales, a través de alojar a la mafia en colusión con los gobiernos estatales y municipales.
¡Si no se combate la narcopolítica ya, los daños que se pueden causar a la nación serán irreversibles! Y esto lo estamos viviendo en el estado de Sinaloa, donde precisamente, la narcopolítica ya nos gobierna y tiene presencia en los distintos órdenes de gobierno. Hasta aquí la cita a mi discurso de 2008.
Hoy, seis años después de este pronunciamiento, vemos que no es sólo Sinaloa donde se tiene fuerte presencia de la narcopolítica, también se tiene en Tamaulipas, Michoacán, Guerrero y muchas otras entidades donde el Estado es ya un mega cartel, es decir, una estructura mafiosa con fachada de democracia que ofrece seguridad al crimen organizado y que se manifiesta intolerante y represivo contra la sociedad, especialmente los disidentes.
El gobierno de Enrique Peña Nieto le ha dado prioridad a la reforma económica y lo aplaudimos; pero le ha restado importancia a la lucha contra la corrupción y a las reformas judicial, política y social que necesitan caminar en paralelo. Mientras, el carrusel de los horrores sigue girando y los mexicanos esperando cuándo, dónde y con quién será la próxima parada.
Twitter: @ClouthierManuel