El camino de la guerra, los senderos de la paz
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La historia reserva un sitio especial para ciertos personajes odiados por la gran mayoría, pero escuchados por quien tiene el poder y toma las decisiones, estos especímenes de la fauna humana crecen y sobreviven donde hay poder, sin importar si se trata de un imperio, un país o un estado.
A continuación algunos ejemplos.
Armand Jean du Plessis, más conocido como el Cardenal Richeliu, fue muy cercano a Luis XIII, Rey de Francia, una de sus maniobras políticas consistió en aparentar la paz cuando realmente fomentaba, financiaba y participaba soterradamente en la guerra.
Richeliu logró en vida que Luis XIII fuera uno de los monarcas más odiados de Francia, paradójicamente, una vez que Richeliu murió, el Rey se convirtió en un gobernante amado por el pueblo.
Los agravios acumulados por Richeliu contra el pueblo francés fueron tantos, que al consumarse la revolución francesa su tumba fue profanada y su cuerpo decapitado.
Joseph Fouché, es conocido como el genio negro de la política, se caracterizó por influir en diversos periodos de gobierno, principalmente el imperio de Napoleón Bonaparte. Entre sus gracias se puede contar la creación del “gabinete negro”, que fue una oficina encargada de la censura de prensa.
Fouché es considerado el padre del espionaje moderno, su mente siniestra generaba escenarios para que su jefe, Napoleón, reconociera públicamente su valía. Cualquier semejanza con algún personaje político local de los últimos sexenios, no es mera coincidencia.
En el exilio Bonaparte describía con una frase a su excolaborador “Si la traición tuviera un nombre sería Fouché”.
Joseph Goebbels fue el principal asesor en materia de comunicación de Adolfo Hitler, sus nefastas artimañas son ahora ya muy conocidas y repetidas en diversos regímenes.
Goebbels asesoró a su jefe en un escenario de guerra y reforzó con sus consejos y acciones la ambición política de Hitler, ambos tuvieron fines trágicos.
Estos tres personajes cercanos al poder tienen aspectos en común: agraviaron a muchas personas en el ejercicio de la autoridad y no dudaron en generar escenarios de guerra y terror, en los que ellos salían mejor posicionados. Eran partidarios de la guerra.
Hoy en el escenario político de Coahuila se escuchan tambores de guerra, de hecho las primeras batallas ya se libraron, sin duda hay quien se siente feliz en una circunstancia como esta, hay quien se mueve en su elemento, opera y se posiciona en este escenario, pero mientras tanto la imagen de quien detenta el poder no necesariamente se fortalezca frente al pueblo.
El amplio camino de la guerra no es el único, se pueden abrir hoy senderos de paz, ante la pluralidad de voces que escucha un mandatario, también deben estar las de prudencia, mesura y diálogo.
Hoy el diálogo y la paz, son una responsabilidad de quienes gobiernan frente a los gobernados, no hay lugar para enconos y enfrentamientos cuando está de por medio el beneficio de la población.
Tal vez resulte la frase más trillada, lamentablemente hoy no sobra decirla: en una guerra no hay ganadores todos somos perdedores. Por el bien de Coahuila y de Saltillo, hoy es momento de trabajar en armonía.
*El presente artículo expone mi punto de vista, no la opinión del Gobierno
Municipal en el que laboro.
Twitter: @bebefuerza
columnaacropolis@gmail.com