¿Educar o entrenar empleados?
COMPARTIR
TEMAS
Gobiérnate por lo real
Charles Dickens
Para competir a nivel global con los países más desarrollados, la educación mexicana privilegia las asignaturas que mejor se inscriban en el mercado mundial. Así, desde pequeños, los niños han de estar mejor calificados en Español y Matemáticas que en cualesquiera otras disciplinas, y sobre ellas se concentran los mayores esfuerzos de los maestros en el estudio de los infantes.
Luego, en la Secundaria, a los adolescentes se les enfatizan más aquellas materias que los hagan entrar en contacto con el mundo real al que llegarán a trabajar. En mayo de este año se anunció que se tomó la decisión de eliminar las asignaturas de diversas actividades extracurriculares, donde se incluyen manifestaciones de orden artístico de los planes de estudio en el nivel de Secundaria.
La idea de desaparecer de la currícula los llamados clubes, donde tal contacto con lo artístico y cultural era posible, deja ayunos a los estudiantes, por parte del sistema educativo formal, de un necesario contacto con el arte y otras manifestaciones de la cultura.
No es cosa nueva que esto ocurra, ni en la Secundaria ni en las universidades. Desde hace tiempo, algunas escuelas de nivel superior optaron por suprimir materias con esos contenidos de sus programas de estudio. Sí es una desgracia, hay que decirlo, pues con ello se priva a los estudiantes de una indispensable educación con enfoque humanista. Además, resulta doloroso que se lleve a efecto sin que se levanten voces en contra.
Ya en su literatura, hace siglo y medio, Charles Dickens prevenía sobre este peligro en su novela Tiempos difíciles. El párrafo siguiente resulta sumamente ilustrativo. No hay que quitarle ni una coma para compararlo con los momentos actuales, en nuestro País y quizá en muchos otros, donde lo importante es defender realidades. Y ellas, como el medio ideal para insertarnos y competir en el mercado laboral mundial.
Pues bien: lo que yo quiero son realidades. No les enseñéis a estos muchachos y muchachas otra cosa que realidades. En la vida sólo son necesarias las realidades. No plantéis otra cosa y arrancad de raíz todo lo demás. Las inteligencias de los animales racionales se moldean únicamente a base de realidades; todo lo que no sea esto, no les servirá jamás de nada.
()
El orador, el maestro de escuela y la otra persona que se hallaba presente se hicieron atrás un poco y pasearon la mirada por el plano inclinado en el que se ofrecían en aquel instante, bien ordenados, los pequeños recipientes, las cabecitas que esperaban que se vertiese dentro de ellas el chorro de las realidades para llenarlas hasta los mismos bordes.
Descuidar, o francamente abandonar, las actividades artísticas, culturales y deportivas en la educación formal no es la mejor decisión para lograr estudiantes con formación integral.
La planeación educativa debiera ir más allá de formular programas destinados, diseñados, con un espíritu de competencia en lides mundiales relacionadas con el dinero. De ahí, incluso, el planteamiento para conocer y dominar lenguas extranjeras. Estudiar Inglés, porque se trata del primer idioma en el mundo de los negocios, es, por la manera en que se presenta, la justificación de aprenderlo.
No se cultiva en los estudiantes el deseo de conocer este y otros idiomas para ampliar su visión del mundo a través de la lectura. No. La practicidad por delante. Es la realidad a que se refiriera Dickens. Una realidad que tiene que ver con su trabajo en el futuro. Enfrentarte al mundo. No disfrutar del mundo. No entender ese mundo a través de su poesía, su historia, su literatura.
Si el estudio, planteado como tal a través de las continuas reformas al sistema educativo, se convierte en un dolor de cabeza para los estudiantes, si con los planes se mutila su imaginación y creatividad; si se cortan los deseos de aprender, el ansia de aprender, el hambre de aprender, cualquier plan está destinado al fracaso. Al fracaso del sistema educativo, al del estudiante, al del trabajo del maestro, al frutos de los encuentros en el aula.
Más literatura, más poesía, más historias, más arte, más deporte. Que buena falta le hace a nuestro País para entenderse y entonces, sí, abrir las puertas del mundo y abrirse a él.