Dos historias de emprendedores
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I.- Es probable que el nombre de Salman Khan no le diga nada, incluso si le comparto sus credenciales académicas, que incluyen un título de MIT y otro de la Universidad de Harvard.
Nada, lo más seguro es que -como yo hasta hace un par de días- no haya jamás escuchado hablar de Khan, a pesar de que TIMES lo incluyó hace dos años en su lista de las 100 Personas más Influyentes del Mundo.
Como siempre ocurre con los más cuerdas en cada hogar, un día alguien en su familia le pidió a Sal ayuda con la tarea de la escuela.
En 2004 el buen Salman comenzó entonces a asesorar a su prima Nadia con las siempre escabrosas matemáticas.
El abnegado primo preparó algunos tutoriales en video para Nadia, y como funcionaron bien sucedió lo inevitable: que toda la parentela y amigos comenzaron a pedirle asesorías también.
Para no verse condenado de por vida a despabilar chamacos cabezones, a Khan se le ocurrió la brillantísima idea de distribuir sus tutoriales en YouTube.
Una vez a disposición de los internautas, los videos tuvieron una respuesta que nadie esperaba. La cantidad de visitas y testimonios de miles de estudiantes agradecidos hicieron que Khan tomara la decisión de dejar su trabajo como analista financiero y se aplicara de tiempo completo en los tutoriales, ya de una forma organizada, como institución no lucrativa, conocida como la Khan Academy.
Hoy en día Kahn Academy cuenta con el respaldo de la Fundación de Bill y Melinda Gates, además del apoyo de dos millones de dólares de Google para la expansión de su proyecto y hasta el mismísimo Carlos Slim (el gordo más rico del mundo) hizo donaciones a Khan Academy para que ampliara su acervo de tutoriales en español.
Los videos de Khan Academy tienen medio millar de millones de visitas en YouTube y su fundador, Salman, es considerado uno de los pioneros de la educación virtual.
II.- Desconozco si, por otro lado, el nombre de David Díaz le suena a algo y es que su historia tiene ciertos paralelismos con la de Salman Khan, aunque sin embargo guarda muy poco en común. Veamos:
Díaz es fundador de la mexicanísima empresa llamada Tu Teto, que ofrece a estudiantes de cualquier nivel y especialidad, con dinero y pocas ganas de esforzarse (o mejor dicho, muchas ganas de hacerse pendejo solo), un peculiar servicio.
Tu Teto y su equipo de cerebritos harán la tarea, la investigación, e incluso la tesis, de cualquiera que esté dispuesto a pagar el precio y tenga el suficiente cinismo para presentar un trabajo y adjudicarse una calificación que no son suyos.
El emprendedor tapatío fundador de Tu Teto presenta a su empresa como una compañía de tecnología orgullosamente mexicana. Una solución innovadora para la contratación de servicios académicos permite que usuarios en cualquier parte del mundo se contacten, y contraten entre sí la prestación de sus servicios, bajo un encargo específico... (Y) puedan encontrar soluciones puntuales acorde a sus necesidades, que les brinde la posibilidad de auto-realizarse dentro de este nuevo paradigma social en el que nos desenvolvemos.
¡Bullshit! Dirían los gringos. Pero este rufián con ínfulas de empresario incluso aduce tener responsabilidad social: Tu Teto es una empresa comprometida con la sociedad dona parte de sus ganancias a diversas instituciones de beneficencia, que tienen como objetivo el apoyo en la educación a niños de escasos recursos una de las metas fundacionales de Tu Teto, es participar activamente en las discusiones sociales que se generan en torno a la educación, con el objetivo de mejorar los sistemas educativos.
Sería estéril disertar sobre lo ofensivo que resultan sus servicios y su cinismo a cualquiera que tenga una pizca de esencia de ética disuelta en sus mitocondrias.
Como experiencia personal le contaré que, a manera de investigación, pregunté si entre sus servicios estaba el realizar trabajos para estudiantes de la Facultad de Medicina. Me contestaron con un sencillo y categórico sí.
Y yo le pregunto: ¿Le gustaría atenderse con un médico que durante la universidad haya empleado los servicios de Tu Teto? Ojalá que uno de ellos opere algún día al tal David Díaz.
Decir que por eso estamos como estamos es conferirle mucho poder a este chamaco y su desgraciada iniciativa empresarial; ni modo que lo percibamos como un personaje tan influyente. Sin embargo sí podemos afirmar que Tu Teto nos retrata bastante bien como sociedad.
Mientras que Sal Khan es un emprendedor nacido en Nueva Orleans, Lousiana, hijo de madre india y padre bengalí, Díaz es del meritito Jalisco, donde se suponía se daba lo más macho de nuestra identidad nacional.
No dispongo de mucho tiempo o espacio para profundizar en mis reflexiones, pero da bastante que pensar sobre nuestro estilo de hacer las cosas.
petatiux@hotmail.com