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En mis mocedades había tres rangos de autoridad como muros infranqueables. Yo creía a ciegas. Sigo creyendo en esta tríada invulnerable de gente sabia. En mis mocedades eran respetados y queridos los siguientes rangos de seres humanos: los padres de familia, los maestros y los médicos. Nada en contra de ellos, nada. Imponían respeto desde siempre. Así crecí. Honrando y amando a mis padres. Escuchando las sabias disertaciones de mis maestros y creyendo en la medicina del hombre blanco que recetaban los universitarios, los galenos. Aún hoy, sigue esta tríada en alto escalón para mí.
Revise usted cualquier discurso ampuloso de cualquier político, en campaña o encimado en cualquier puesto burocrático oficial, y notará un denominador común, una muletilla: todos se dicen promotores de la buena educación y fomentar la cultura, el arte y el deporte. De hecho, como es políticamente correcto lo anterior, Rubén Moreira y su anterior Congreso infantil, para el rubro de educación, cultura y deporte, destinó un presupuesto de 18 mil 189 millones de pesos para ejercer en este 2015. Nada mal, el único problema es que no se ve nada de mejoría al respecto. Lo que es peor, las mediciones internacionales nos ubican como país, en el cabús de la modernidad en ese tren llamado educación y calidad.
De acuerdo con el Reporte de Capital Humano 2015 elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), la baja calidad educativa nacional afecta las oportunidades de desarrollo de los menores de 15 años. De 124 países evaluados, México y su educación básica (la primaria) está en el lugar 102. De acuerdo con este escalofriante dato, lo anterior provoca que el país retroceda al lugar 72 en el rubro de las oportunidades para los menores de 15 años. Para el grupo de edad, sigue el reporte, de entre 15 y 24 años, el país se ubica en el sitio 63. Es decir, no se fomenta el talento, no se desarrollan habilidades y las capacidades de los niños lejos de ser fomentadas, son aplastadas.
Y lo anterior naturalmente es preocupante, porque los discursos de la clase gobernante hablan de apoyo, educación, deporte y cultura para los infantes (el futuro de México, les dicen en sus hueras piezas de oratoria), cuando en realidad, como está ocurriendo en Coahuila y en todo el país y debido a la nueva reforma educativa, los llamados clubes (ajedrez, artes plásticas, oratoria, atletismo, etcétera) están condenados a desaparecer. ¿A dónde vamos entonces en la formación de nuestra niñez? A la fabricación de autómatas para las armadoras automotrices, carne fresca para las fábricas.
Esquina-bajan
En buenas declaraciones para VANGUARDIA, Wendy Valdés Coronado, responsable de la Asociación estatal de Padres de Familia (AEPAF), señaló tajante: Es una contradicción entre la decisión de eliminar los clubes y la supuesta estrategia de Mídete, nútrete, actívate del gobierno del Estado. Más clara no pudo ser. Pero, así es el Gobierno de Coahuila, errático y contradictorio. ¿Ha visto las prefectas leyes emanadas de los climatizados cubículos del Congreso pastoreado por súper Chemota Fraustro Siller, donde se regula y condena la venta de comida chatarra?
Todo estaría bien, salvo que ya hay en la ciudad toda una calle, la emblemática Avenida Victoria la cual está atiborrada de pequeños locales donde venden frituras, fritangas, palomitas, refrescos, harinas infladas. Toda una calle llena, toda una calle donde las familias de saltillense acuden diario a bastimentarse de comida basura. ¿Pueden vender otra cosa los empresarios de dicha calle? Sí, pero no sería negocio. Es decir y en buen castellano estimado lector, estamos jodidos y no hay para más. Salvo frituras, harinas abultadas y gaseosas.
Según el estudio de la WEF, países como Panamá y Costa Rica, superan a México en desarrollo de talento. ¿Si los maestros no se prepararan, pueden transmitir y contagiar el amor por la lectura, la educación y el conocimiento a los alumnos? Absolutamente no. Y sin educación, cultura, valores, criterios y doctrinas, estamos perdidos. Hoy más que nunca estamos perdidos. Tarea difícil entonces para Jesús Ochoa.
Letras minúsculas
Fui educado por buenos maestros. A mis ojos, eran sabios, los más sabios. Un apostolado al borde del fracaso hoy.