Descomposición social
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Javier Livas
Quiero abordar un tema incómodo. La descomposición social que vivimos en México. Copiamos lo malo, posponemos lo bueno. Son décadas de buscar la salida fácil, de evadir los problemas, de negar justicia.
México es una basura de país. Damos vergüenza mundial por nuestra corrupción, nuestros crímenes sin nombre, nuestra apatía por las cosas públicas, nuestra indolencia frente a nuestras responsabilidades y una ignorancia disfrazada que rompe todos los records imaginables.
No existe otro país con tanto potencial como el nuestro. Sin embargo, la distancia entre lo que podríamos tener y lo que estamos viviendo a diario va en aumento. Si no explotamos en mil pedazos es en buena parte porque hay millones de binacionales (algunos les llaman migrantes) que envían dinero para que sus parientes en México puedan comer.
No hay aspecto de la vida mexicana en que si le rascamos un poco brota la pus de la descomposición social.
Guerrero ha rebasado a Michoacán en atrocidades, en desacato a la Ley, se dice. Lo que es no saber todo lo que ha sucedido en Michoacán. Cientos y cientos de asesinados para despojarlos de sus huertas. Como dicen, un clavo saca otro clavo, y los 43 estudiantes desaparecidos es perfectamente explotable propagandísticamente para tapar la ingobernabilidad generalizada, por paradójico que parezca.
Los estudiantes normalistas han sido cobardemente asesinados. El Padre Solalinde, no las autoridades recibió confirmación. Las autoridades federales, no sé con qué propósito malsano, siguen hablando de desaparecidos. Para mí eso es fingir demencia, porque no tendría sentido tenerlos secuestrados.
En otras palabras, los asesinatos los podemos dar como un hecho, pero las autoridades hablan con una cautela hipócrita en la que pareciera que no quieren ofender a la Ley al hablar sin pruebas.
Como si fueran tan respetuosas de la Ley, oficialmente estamos frente a un caso de desaparecidos. Luego, en un acto de hipnosis colectiva se dan las marchas con decenas de miles pidiendo que las autoridades presenten a los desaparecidos con vida. En verdad, qué colmo de país tenemos.
Las actitudes pseudo-legaloides de las autoridades federales son prueba inequívoca de su incompetencia y extravío ético. Señores, díganlo claramente: no estamos frente a un caso de búsqueda y rescate sino de recuperación de cadáveres y aprehensión de culpables.
No entiendo para qué tomar esas posturas de que no nos consta nada aún. La Ley no quisiera que me fuera a equivocar y al rato aparezcan. Prudencia ante todo.
De inicio, suena inconcebible que los generadores del crimen hayan sido el alcalde de Iguala y su esposa. Ya conociendo los antecedentes paternales y fraternos de la exprimera dama no queda más que preguntar, ¿cómo es posible que NADIE haya podido denunciar a la pareja diabólica que tenían en la presidencia municipal?
La siguiente pregunta: ¿Acaso el Gobernador Aguirre no sabía, algo al menos, que encendiera un foco rojo? La misma pregunta es válida al nivel federal: ¿De plano todo se les pasa de noche? Ojo: la Tuta sigue sin aparecer. ¡Ah!, pero ya tienen a su esposa.
Decía que la descomposición social en la que está inmerso México requiere de un gobierno que opere en modalidad de crisis hasta que le se empiece a dar la vuelta al desorden. En contraste, lo que veo es una Presidencia operando en modalidad business as usual. Todos los días el discurso celebratorio, y por la noche, el repaso de éxitos durante el noticiero de López Dóriga.
El Presidente bonito, el presidente perfecto, valiente, creativo, innovador es lo que se nos vende y por el otro lado la descomposición social a todo lo que da. La misma ceguera que en Iguala. Mientras eso pasa más y más estados van quedando descobijados ante el avance inexorable de la descomposición social.
javierlivas@prodigy.net.mx