Del olvido al no me acuerdo
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Un día leí que la memoria es la inteligencia de los tontos. Yo no estoy de acuerdo, para mí la memoria es el pilar de todas las habilidades cognitivas. ¿Cómo podría alguien sin retención poner su experiencia al servicio de los nuevos retos que la vida le presente?
Supongo que la frase se refiere a que la simple acumulación de datos, sin la experimentación, sin el análisis o la síntesis es eso, sólo información estéril.
Sin embargo, una buena memoria es el mejor punto de partida hacia el mejoramiento, lo mismo colectivo que individual.
Yo le tengo mucha desconfianza a los desmemoriados, porque no existiendo una causa neurológica, la única explicación a sus lagunas mnemónicas es que se están haciendo olímpicamente güeyes.
Claro, la mente es muy hábil y nos protege con algo llamado memoria selectiva, reprimiendo los recuerdos incómodos. Equivale ello a hacerse pendejo en piloto automático.
Se dice de los pueblos que tenemos una memoria muy corta, lo que alude al hecho de que constantemente estamos refrendando a los gobiernos que más nos hacen padecer.
Ni siquiera esperamos a que la tiranía figure en los textos de historia. Aun duelen las heridas de los regímenes más corruptos cuando ya los estamos cruzando nuevamente en la boleta.
En memoria breve o a corto plazo, competimos con la pececita Dory, pero también con los propios gobiernos de cuyas acciones no parecemos guardar registro.
Tampoco nuestros políticos, gobernantes o representantes, pueden presumir de recordar puntualmente las cosas que hicieron o aquellas que, en un episodio megalómano, se les escaparon por la boca.
Ayer ocupó un lugar en las noticias un Senador Manuel Bartlett, quien critica a la nueva titular de la Procuraduría General de la República, Arely Gómez, y lo cierto es que su razonamiento es impecable: la nueva Procuradora tiene una serio conflicto de intereses que la vuelve inviable para el cargo.
Bartlett sin embargo no padece desmemoria, sino amnesia total, pues si recordara su propio papel en la historia reciente de nuestro país, en vez de estar pontificando desde la tribuna, por pura vergüenza, se marcharía al Mesozoico a extinguirse como lo hicieron decentemente todos los de su escamosa especie.
Nuestro gobernador, Rubén I. Moreira, ya lo hemos comentado, gustaba de hacer cacerolazos y otras manifestaciones en contra de los llamados gasolinazos cuando era líder del tricolor en el Estado. No bien su partido recuperó la Presidencia y sus estruendosos pronunciamientos cesaron. ¿Falta de memoria? Debe de ser, porque las alzas al “vital líquido” no dejan de sucederse y tienen esta vida encarecida como si fuera una de primer mundo.
¿O qué tal cuando, siendo candidato, prometió eliminar la tenencia? ¿O cuando se comprometió a bajar 20 kilos? ¿O cuando dijo que iba a promulgar una nueva Constitución? (Yo no sé pa’qué, si con cumplir la que tenemos basta).
Todo esto viene a cuento porque (ya se me andaba olvidando) se nos informó que hace unos días, el actual dirigente del PRI en el Estado, David Aguillón, participó en la definición de candidaturas para diputaciones plurinominales de su partido (en esa misma asamblea que le obsequió a México la virtual diputación de la coahuilense Carmen Salinas).
Sin embargo, hasta hace un par de años, Aguillón Rosales se pronunciaba en campaña feroz en contra de las diputaciones de representación proporcional, plurinominales o “pluris” como dice la gente que tiene flojera de pronunciar hexasílabos.
Por supuesto, el líder del PRI no incurrió en ninguna falta, pero tampoco puede presumir de congruencia o al menos de consistencia. Aunque quizá se trate sólo de un déficit de su memoria, pues al parecer se trata de una plaga generalizada.
Y así, olvidadizo el pueblo y desmemoriados sus gobernantes, vivimos todos felices y en perfecta armonía, por los siglos de los siglos, y hasta que la muerte nos… ya no me acuerdo que sigue.
petatiux@hotmail.com