Curar lo que no está enfermo Vol. 2
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El nombre que les quedé a deber en la pasada entrega es el de John Paulk (así, con “k” al final).
Dicho nombre estuvo en un tiempo asociado al activismo anti-gay pro cristiano, pregonando con el único ejemplo que vale a la hora de pontificar: el de sí mismo.
Paulk se declaraba un ex “Drag Queen” y prostituto homosexual redimido. Aseguraba haber superado su orientación gay luego de su conversión al cristianismo e incluso contrajo matrimonio –como Dios manda- con una mujer.
Estas credenciales le llevaron a ascender en diversas asociaciones hasta presidir Exodus International, una organización (cristiana) dedicada a apoyar a los homosexuales que desearan mantener bajo control sus deseos impuros.
Fue un 19 de septiembre (ya pronto es el aniversario) del año 2000 que, andando de gira, dictando conferencias sobre su terapia restaurativa y demás paparruchas, Paulk fue sorprendido en el Bar Mr. P’s de Washington D.C, que daba la feliz casualidad de ser un animado antro gay.
Alguien reconoció a Paulk y de inmediato hizo algunas llamadas telefónicas. Pronto un activista a favor de los derechos de los homosexuales se apersonó para confrontar al “chairman” de Exodus quien, así sorprendido, negó todos los cargos, comenzando por su identidad.
“¡Pero si yo me llamo John Clint!”, alegó Paulk, pero jamás mostró su IFE.
Era demasiado tarde para su carrera, ya le habían caído a flashazos fotográficos. Cuando hubo de dar la cara ante los medios adujo que sí estaba en el bar pero: 1) Ignoraba que se trataba de un centro de reunión gay y 2) que sólo se detuvo para ir al baño (sí… 40 minutos).
Me recuerda al profesor Skinner de “Los Simpsons”, cuando lo sorprendieron en un burdel: “¡Sí, pero sólo porque entré a preguntar cómo salir de ese lugar!”.
Paulk por supuesto dejó la presidencia de Exodus, aunque continuó sirviendo a esta causa durante un tiempo con un perfil más bajo.
El año pasado Paulk por fin renegó de la terapia restaurativa, y se declaró tan cristiano como gay (en ambos casos muy devoto). Pidió una disculpa pública por su papel dentro de este movimiento y por la promoción de la terapia para corregir la homosexualidad, a la cual calificó de inútil y dañina:
“No creo que la terapia restaurativa cambie la orientación sexual de nadie, de hecho, le ha causado un gran daño a mucha gente”.
En 2013 también se disolvió Exodus International.
Yo no sé si usted crea que la homosexualidad es una condición, una elección, una depravación, puro degenere, desviación o diversión. De hecho, tiene derecho a pensar lo que mejor acomode a sus creencias, a lo que no tiene derecho es a atosigar a nadie con dichas convicciones.
Si piensa que la conducta de su prójimo ofende a Dios, usted no tiene qué hacer nada.
Dios está bastante grandecito como para defenderse solo. De hecho le llaman “el
Todopoderoso” y se le adjudica la Creación del Universo. Así que no necesita de su ridícula defensa. ¡Ubíquese!
Ahora bien, si un homosexual cristiano se debate entre su fe y sus más fuertes impulsos psico-biológicos (¿existe ese término?), no le hace ningún favor alimentando el fuego de su conflicto y por ende su sufrimiento.
Si existe un Dios benevolente en todo caso debería encargarse de usted si anda por allí atormentando al prójimo.
Abrace su fe, pero resígnese a compartir el mundo con quienes no la abrazan como usted. Si su consuelo es que los infieles van (vamos) a padecer una eternidad en el
Averno escuchando discos del Julión, aférrese a este pensamiento, pero mientras esté en la Tierra, apechugue y ajústese a un marco legal y de convivencia para todos los credos, incluyendo el de los descreídos.
Y a la comunidad LGBTTTI (¿así está bien o ya le agregaron más letras?) le suplico que no hagan público linchamiento de quien pronuncie algún desafortunado comentario que a estas alturas de la vida sea considerado retrógrada. Que el mismo respeto que se pide de allá pa acá, se exige de acá pa allá, y porque tolerancia significa soportar al prójimo, no convertirlo a nuestra ideología.
petatiux@hotmail.com