Cuba y la política exterior de México
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Enriqueta Cabrera
Tuvo que pasar más de medio siglo para que llegara un Presidente de EU con otra mirada, que la Asamblea General de la ONU votara año tras año en contra del bloqueo a Cuba con la sola oposición de EU y de Israel y alguno que otro país, pero sobre todo que la terca realidad insistiera en demostrar que la política de EU hacia Cuba había sido un error, un fracaso. Tuvo que pasar más de medio siglo para que fuera evidente que fue correcta la política de México hacia Cuba, el mantenimiento de las relaciones y años de tender puentes para impulsar el diálogo entre los dos países.
Fue correcta la política hacia Cuba que llevó adelante el gobierno de Adolfo López Mateos, sin temer al aislamiento de México, que no era como algunos críticos manifestaron, un debilitamiento de la política exterior de México. Por el contrario, esa política le valió a nuestro país un amplísimo reconocimiento internacional. En los tiempos más difíciles de la guerra fría, mes de noviembre de 1981, el entonces canciller Jorge Castañeda de la Rosa, reunió en Tlatelolco al secretario de Estado de EU, Alexander Haig, y al vicepresidente de Cuba, Carlos Rafael Rodríguez, para que se sentaran a dialogar.
Hay que reconocer también los retrocesos de la política exterior de México hacia Cuba, que llevaron a un enfriamiento ofensivo durante los sexenios de Fox y Calderón, ubicados en un franco desprecio a la relación con La Habana. Fueron aquellos dos sexenios los momentos más bajos de la relación bilateral México-Cuba. Vino posteriormente, a partir de 2013, lo que se ha considerado un relanzamiento de la relación bilateral, comenzando por solucionar diferendos comerciales y dando un nuevo impulso a la relación.
Cuba, EU y América Latina viven un nuevo ciclo histórico dejando atrás el conflicto que dividió a América. Obama habló incluso de que llegó a su fin la injerencia de EU en la región.
El deshielo de la relaciones entre Washington y La Habana ha comenzado y avanza hacia el restablecimiento de la relación diplomática. En la Cumbre de las Américas el presidente Obama anunció que había solicitado al Congreso de EU anular el bloqueo a Cuba. Los presidentes Raúl Castro y Barack Obama dialogaron cara a cara, hablaron con sinceridad pero sobre todo reafirmaron el interés y la voluntad política de los dos países por restablecer relaciones. Unos días después las cosas siguieron avanzando cuando Obama planteó la necesidad de que el Congreso de EU dé marcha atrás, eliminando a Cuba de los países que apoyan el terrorismo internacional.
En Washington gran parte de los republicanos rechazan la política de Obama hacia Cuba, impulsados por la extrema derecha del Tea Party y por el lobby cubano de Miami. Hay furia e interés en obstaculizar el restablecimiento de relaciones. No entienden que la diplomacia entre los países es de beneficio mutuo. Hay muchos intereses en juego. No deja de ser un dato relevante el que resaltó Raúl Castro en su intervención en la Cumbre de las Américas. Kennedy buscaba reiniciar el diálogo con Cuba; precisamente el mismo día que éste fue asesinado, Fidel Castro recibía un mensaje suyo.
Años antes, en abril de 1959, Fidel Castro, cuyas fuerzas habían derrocado a Fulgencio Batista y entrado a La Habana el primero de enero, se había reunido con el entonces vicepresidente de EU, Richard Nixon. Poco después, en 1961 inició el rompimiento. De manera que el diálogo Obama-Castro en la Cumbre tiene un significado histórico y una gran pendiente que remontar.
No deja de ser alentador que frente al rechazo de los republicanos, en Cuba Obama tiene una popularidad del 80 por ciento. En América Latina la perspectiva del restablecimiento de la relación bilateral Cuba-Estados Unidos tiene apoyo e interés regional.