Como México no hay dos
COMPARTIR
TEMAS
El joven esposo se acercó a su mujercita. A las claras se veían sus intenciones. Dijo ella: Debemos controlarnos, Pitoncio. Me preocupa el problema de la explosión demográfica. A mí también me preocupa, mi cielo ârespondió él acercándose más-, pero ya traigo encendida la mecha Pirulina, muchacha de atractivas formas, fue a confesarse con el apuesto y joven cura recién ordenado. Padre -le dijo-, me acuso de que estoy perdidamente enamorada de usted. En mis fantasías eróticas me veo abrazada de pasión, entregados los dos a ígneos deliquios de carnalidad. Bien sé que tales pensamientos son un pecado grave. ¿Cree usted que me salvaré?. Le respondió el curita: Si te salvas es sólo porque en seguida tengo que oficiar un bautizo. De no ser por eso no te habrías salvado...
A mí también me parecía chabacana, patriotera y hueca la expresión Como México no hay dos. Luego empecé a viajar por todos los extremos del territorio nacional; vi sus paisajes; conocí su gente; disfruté su gastronomía infinita; me maravillé con su arte y sus artesanías; con su letra y su música; leí su historia y sus leyendas. Y entonces aprendí una cosa: como México no hay dos. Vivo ahora en un deslumbramiento permanente. Estoy enamorado de mi país, quizá porque ando todos sus caminos. Veo arrobado el austero desierto de Sonora o de la Baja California; los altos pinos de las montañas en el altiplano; las selvas y bosques de niebla de Chiapas; los fértiles valles del Bajío; las cañadas de la Huasteca; el espléndido cielo de Oaxaca. Admiro con igual mirada los prodigios hechos por los hombres: las pirámides de nuestros primeros padres; los palacios y templos que España erigió en México; la belleza multicolor de las cosas creadas por nuestro pueblo; las nobles ciudades señoriales. Antes, cuando alguien decía aquello de Como México no hay dos, no faltaba quien le respondiera, irónico y burlón: ¡Cómo se ve que no has viajado!. Ahora, si alguien me dice que no es cierto eso de que como México no hay dos, le digo: ¡Cómo se ve que no has viajado! Cuando conozcas tu país, cuando mires sus cielos y su tierra, cuando recorras sus caminos infinitos, y hables con su gente, y entres en su ánimo y en su ánima, entonces sabrás que es cierto eso de Como México no hay dos Miss Peeny Senvy, feminista de las de antes, daba una conferencia. Preguntó en tono desafiante: ¿Dónde estaría el hombre de no ser por la mujer?. Respondió una voz masculina desde el fondo: En el Paraíso, sin ninguna preocupación y güevoneando todo el tiempo...
Nalgarina Granderriére, vedette de moda, le dijo al rico y senescente galán que la cortejaba: Me encantan los sonidos susurrantes de la Naturaleza: el roce de las hojas en los árboles; la caricia de una ola que muere sobre la arena de la playa; el murmullo del viento en la misteriosa soledad del bosque; el leve ruido de un fajo de billetes al ser contados...
Pepito jamás había visitado una granja. Su papá lo llevó a una, propiedad de cierto amigo suyo, y éste le mostró al niño los pollos que criaba. Llegada la cena la esposa del granjero mató un pollo y se puso a desplumarlo para la cena. Pepito vio aquello y le preguntó: ¿Todas las noches tiene que encuerar a los pollos?...
Cae que no cae iba Empédocles Etílez por la calle haciendo eses. Una y otra vez el borrachín decía con tartajosa voz: ¡No me tumbe, don José! ¡Don José, no me tumbe!. Un policía se le aproximó. Empédocles, deteniéndose de las paredes para no caer, seguía diciendo: ¡No me tumbe, don José! ¡Por favor, don José, no me tumbe!. ¡Oiga, amigo! âle dijo el policía-. Aquí no hay nadie que lo tumbe. ¿A qué don José se refiere?. Respondió el temulento: A don José Cuervo
Avidia, mujer joven, le dijo a una amiga: Quiero encontrar a un hombre amoroso, romántico, tierno, espiritual, que me respete y me comprenda. ¿Es eso mucho pedir en un multimillonario?
El agente viajero trataba de convencer a un señor de que le comprara un reloj a su hijo. Es muy bueno -le dijo-. El muchacho no tendrá que darle cuerda. El reloj se da cuerda con el movimiento de la mano. Replicó el señor: Mi hijo es adolescente. Si las cosas son como usted dice, entonces va a encuerdar el reloj. (No le entendí) FIN.