Chovinismo chafa
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En la Primaria, me costaba mucho trabajo seguir la instrucción impuesta y ser nacionalista. Pa’ pronto, cada lunes me obligaban a vestirme de blanco para hacer “honores a la bandera”, un concepto cuyo sentido no entiendo a la fecha. Lo único que me quedaba claro es que ponía en problemas a mi familia porque las maestras aprovechaban para humillar a los alumnos cuyo uniforme no estuviera impolutamente blanco (como si eso tuviera que ver con su valor como individuos o con su desempeño académico, cuando no era más que una prueba estúpida como de comercial de detergente).
Luego, un par de años después, en la primaria pública “Andrés Bello” de la Santa María la Ribera, un 24 de octubre, día de la ONU, nos impusieron sin explicación ni contexto (como todo en las primarias públicas de la SEP) desfilar con banderas de diferentes países. Obligaron a las familias a comprar tela de colores y a coser (porque asumían de inmediato que las mamás de los ochenta sabían el oficio, y que no tenían trabajos reales... pues porque eran mujeres, ¿no?, y su deber consistía, además de cocinar y obedecer al marido, cumplir las ocurrencias del magisterio).
A la hora de desfilar, de los profes venía la instrucción de desvivirse de entusiasmo gritonsísimo por México y la invitación a abuchear a países como EU y a España.
Y yo pensaba: ¿Es neta, güeyes? ¿Le van a aplaudir como focas a un país que les da ESTA educación, que los discrimina, que no les permite cuestionar ni pensar por su propia cuenta, que les impone a estos maestros ignorantes y prepotentes que los tratan como basura porque nadie les explicó ni las más mínimas nociones de pedagogía... o de lo que fuera? ¿Que promueve la gandayez, la corrupción, el chingarse al de junto, el “sálvese quien pueda aunque los demás se mueran”? ¿Van a aclamar a una nación racista que, desde el poder, los mide por su color de piel y no por su inteligencia ni talento?
¿Y de verdad van a abuchear a países que no están tan jodidos, que ganan en los eventos deportivos, donde se respira justicia social y donde sí existe la libertad de expresión? ¿O a países que son diferentes y punto? ¿En serio? ¿Van a repetir como pericos el grito de la maestra Yolita, ¡”Mueran los gachupines!”, sin pensar en el contexto ni nada, aplicado -con todo ese odio- a todas las nacionalidades que no son la nuestra? ¿Van a odiar mañana al señor español que les vende bolillos en Panadería La Rosa -que tiene un negocio y le va chido, sólo porque son los noventa y todavía no llega el concepto de “tolerancia” a las jodidas primarias públicas del país? Me costó trabajo entenderlo.
Tamara de Anda