Chespirito
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Sandra Montoya, quien fue mi ángel de la guarda en mi casa editorial, Diana, del Grupo Planeta, me envió un ejemplar de la revista Fernanda, publicación que edita otra querida amiga mía, la inteligentísima Fernanda Familiar.
En esa revista venía una entrevista hecha por Érika Pedroza a don Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, seguramente la figura más conocida que ha dado la televisión mexicana a lo largo de su historia. En ella la entrevistadora le preguntó al artista cuáles eran sus lecturas preferidas. Respondió él:
... Me gusta todo lo relacionado con la historia, y más la de México, aunque me duele mucho el enfrentamiento interno. Acabo de leer un libro muy interesante: La otra historia de México. Juárez y Maximiliano: la roca y el ensueño. Es de don Armando Fuentes Aguirre. Catón me encanta. Es estupendo lo mismo en el humorismo que en la historia. No me pierdo sus artículos. Es muy bueno....
Recibir un elogio así de alguien como el señor Gómez Bolaños es como recibir una condecoración. Chespirito, a más de estupendo actor y comediante, es un hombre de letras. Eso de Chespirito le viene de sus aficiones literarias: el apodo es un diminutivo del nombre Shakespeare: se lo aplicaron en plena juventud sus compañeros de trabajo, que lo veían leyendo y escribiendo todo el tiempo. Una de las hijas de don Roberto lleva por nombre Marcela, por la pastora que Cervantes hizo inmortal en el Quijote.
Busqué al señor Gómez Bolaños para agradecerle la generosidad de sus palabras, pero no lo pude hallar. Aunque trabajo para Televisa no logré que me dieran el teléfono de su casa. Necesitaban, me dijeron, su autorización, y era difícil localizar a Chespirito. Me di, pues, por vencido, aunque en uno de mis artículos puse una mención de gratitud.
Pues bien. Sucedió que fui a Cancún a perorar. La sala estaba llena a su máxima capacidad. Empecé a hablar. Y cuál no sería mi sorpresa âsonora frase, si bien muy poco originalâ cuando entre el público vi a Chespirito. Lo acompañaba su esposa, la señora Florinda Meza, mujer cuya hermosura no se mira en el desaliñado personaje de doña Florinda, la mamá de Quico, eterna aspirante a la mano de mi querido primo Rubencito, el profesor Jirafales.
Desde luego interrumpí de inmediato la peroración, y dije que entre la concurrencia estaban el gran artista y su esposa. Les agradecí su presencia y les dediqué mi charla, como hacían los boxeadores de antes, que dedicaban sus peleas a grandes personajes. La ovación que siguió al anuncio fue atronadora. Al terminar bajé del foro y fui hasta su lugar a saludarlos. Entonces pude agradecerle a don Roberto su bondad.
La vida hace regalos impensados. La generosa mención que Chespirito hizo de mí en Fernanda, y la gozosa ocasión de conocerlo y darle las gracias en forma personal, fueron para mí dondes de vida inapreciables. Cuando me pasa algo como esto siempre me pregunto si en verdad lo merezco, y nunca la respuesta es positiva. Lo único que puedo decir en mi descargo es que me esfuerzo cada día en superar mis fallas. Quizás alguna vez pueda llegar a merecer, siquiera en parte, los incontables bienes que recibo de la gente, y que me hacen tocar ese bien, las más de las veces inasible, que se llama la felicidad.