Carta a la RAE
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Muy distinguidos y doctos miembros de la Real Academia Española de la lengua.
Les abstraigo de las eminentes responsabilidades asociadas a su respectivo cargo y nombramiento, dentro de la benemérita y bien reputada institución filológica que encabezan, con la siguiente inquietud:
Me entero recién de las novedades lingüísticas por ustedes autorizadas para que todos los orgullosos hispanohablantes amantes de la corrección podamos emplearlas ya sea en su forma oral o escrita, sin menoscabo para nuestro patrimonio idiomático.
Fingir sorpresa. ¡Qué caso tendría ya! Sería hasta un gesto de hipocresía, si hace años, lustros, décadas quizá, que el criterio oficial con que se norma nuestra lengua nos instala en el más profundo y perdurable de los pasmos.
Así que en lugar de dar pie a impugnaciones inútiles, en vez de argumentar apelaciones ociosas, o interponer objeciones que a nada conducen, opto por congratularlos y asumir con la humildad de quien no está a la altura de sus investiduras, que vuestros designios deben ser sin duda los correctos, oportunos, adecuados y precisos para mantener viva la tradición de la lengua cervantina, así como vigente su espíritu, no obstante ninguno de sus hablantes, excepto ustedes, sepa qué chingados se traen.
Digo: ¿Andan pedos? ¿Mariguanos? ¿Inhalan resistol acaso, o se metieron unas tachas?
Primero eliminan el uso de la tilde en diversas palabras; algunas de las pocas que de hecho eran verdaderamente útiles y nos ayudaban a evitar confusiones y todo porque, según ustedes, no las necesitamos más.
No sin plañir, pero lo aceptamos. Unos antes, otros después pero terminamos todos por someter nuestra ortografía a las nuevas disposiciones y las acatamos so pena de parecer retrógradas de la lengua.
Ahora, nos dejan literalmente mudos con la incorporación de, entre otros, los siguientes vocablos al lexicón castellano:
Hacker.- Pirata informático.
Tuit.- Mensaje digital que se envía por la red social Twitter.
Tunear.- Adaptar un vehículo a los gustos o intereses personales.
Wifi.- Sistema de conexión inalámbrica…
Llaman especialmente mi atención las incorporaciones que son resultante de la fusión de dos voces en un solo concepto:
Papichulo.- Hombre de gran atractivo físico.
Feminicidio.- Asesinato de una mujer a razón de su sexo.
Y la que es para mí la joya de esta retahíla de innovaciones:
Amigovio.- Persona que mantiene una relación de menor compromiso que un noviazgo.
Les aseguro que no es la primera vez que Latinoamérica se queda perpleja ante lo que dicta la Península Ibérica. Y no es que desconozcamos o no empleemos los vocablos que hoy incorporan a su más reciente edición -la vigésimo tercera- del Diccionario de la RAE, sino que los hemos visto antes, mil veces, poner más duras objeciones y resistirse con mayor conservadurismo a expresiones bien cotidianas.
Dan ganas a veces de abolir todas las academias y, emulando a las letras inglesas, decretar que no existe institución capaz de regular un ente tan vasto, vivo y complejo como el idioma, en un acto de absoluta democratización lingüística.
Pero no pugnaré por ello en tanto accedan a incluir en el catálogo español, tan pronto como inmediatamente y de manera oficial, una voz cuya candidatura se defiende por sí misma.
Postulo ante ustedes formalmente, ilustres miembros de la Real Academia, para su inclusión en el diccionario de la lengua española, la palabra “megadeuda”.
Les aseguro que la vigencia del vocablo está garantizada para muchas décadas y por un vasto y representativo número de coahuilenses hispanohablantes, por lo que no corre de ninguna manera el riesgo de caer en prematuro desuso.
Pongo como sustento de mi decir a su consideración, toda la información periodística disponible respecto a la megadeuda coahuilense.
Los conmino a hacer aunque sea por una vez lo correcto, por el bien de nuestro bello y amado idioma.
Quedo a sus apreciables órdenes.
E.A.
petatiux@hotmail.com