Apostemos por los jóvenes
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La agenda de las masas tiene hoy referentes obligados que van más allá de lo que estrictamente debiera considerase de interés púbico. El mundo de la farándula; los medios masivos de comunicación y sus propios protagonistas, y por supuesto el universo deportivo en miles, de competencias, hechos y acontecimientos de toda índole.
Lo gubernamental, lo social âen cuanto a manifestación de una comunidad âo lo económico no genérico, las inversiones en cosas que no a todos interesan, las especulativas por ejemplo, pasan a segundo término cuando a el interés colectivo se conecta a polos de alto magnetismo. Por ejemplo, el escándalo del PiojoHerrera, derivado de su agresión a un comentarista de la televisión comercial.
Fue tal el impacto, que por afectar intereses comerciales de Televisa, generó el seguimiento de muchos analistas políticos, para ver como esa empresa trataba en sus noticieros la información. Alguien llego a escribir: Se regresaron a los ochentas tratando de minimizar el hecho. Así son ellos, y así serán mientras existan. Tal vez influidos en este caso, porque la contraparte â Cristian Martinolli âes de la tienda de enfrente (Azteca).
Ni que decir de la muerte del Huracán del Sur Joan Sebastian, cuyos funerales fueron seguidos en vivo por enviados de prácticamente todas las cadenas televisivas, abiertas ó de paga, la radio, y los principales medios impresos y digitales.
Y así podemos hacer mención de muchos ejemplos, en los que la atención de la amplia mayoría del País se centra en asuntos de poca trascendencia real, que en muchos casos parecen no tener o recibir la importancia que de acuerdo a su naturaleza merecen.
Esto forma parte de nuestra cultura, y se refleja en la conducta colectiva, pero debiera ser ya un ejemplo de un proceso de transformación que tendría que ser irreversible.
La muy penosa evaluación de los maestros aplicada con calzador por las autoridades educativos, aportó unos resultados deplorables que nada tienen que ver con el golpe y el empujón de Miguel Herrera al cronista, ni siquiera por el aderezo de la cachetada de la hija del técnico al compañero de Martinolli que trató de frenar la gresca.
Que pasaría en otro país, cuando se enteraran que la mitad de los maestros que conforman el sistema educativo básico no tienen los conocimientos necesarios para transmitir adecuadamente los programas de enseñanza que les han sido encomendados.
Vivimos en un mundo, y en este caso en un País, profundamente distorsionado por los contenidos e imágenes que nos aporta la oferta mediática electrónica âmuy señaladamente âa través de la televisión.
En esta realidad desconcertante, donde se pierden las prioridades, y los tiempos y espacios se dedican a saturar con temas frívolos y superfluos es donde se cuelan muchas otras malas señales hacia los hogares de los mexicanos.
Mientras que el gobierno de la República, y los gobiernos de los estados, tratan de enfrentar con múltiples estrategias el fenómeno del crecimiento alarmante de los embarazos no deseados en adolescentes y jóvenes, la televisión comercial se encarga de invadir los horarios nocturnos, y algunos más bien vespertinos, con la recreación de escenas de alto contenido sexual âpre-sexual dicen algunos, porque no hay consumación âque son captados por millones de jóvenes que frente a tales estímulos perciben una sacudida hormonal que habrá de encontrar posibilidad de manifestación en alguna circunstancia, y que en muchos casos habrá de reflejarse en embarazo que venga a trastocar dos vidas por lo menos.
Por qué no proponer un mayor compromiso de los medios nacionales de comunicación âque son los que se ubican en este último campo y supuestoâ para dignificar su programación y tratamiento de contenidos, para que el seguimiento a los artistas, sus vidas y problemas no sean expuestas desde la muy llamativa perspectiva del escándalo y la indiscreción. El deporte, podría ser redimensionado a sus aspectos esencialmente positivos y no a la manipulación mercantilista.
Y de manera muy especial a una contribución mínima de la formación de nuestra juventud con programación adecuada a su edad en los horarios de mayor acceso. A estas alturas de la transformación del País estas peticiones no debieran ser mucho pedir.