Aguas Profundas en Pemex, ¿qué son?
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La explotación de las reservas marinas empezó hace 117 años en las costas de California
(Primera de tres partes)
La reforma energética plantea dos salvaguardias, el gas Shale y las aguas profundas. Hoy vamos a analizar qué es el segundo.
En la industria energética el término aguas profundas se refiere a pozos petroleros en mar abierto con una profundidad entre 500 y mil 500 metros, se consideran aguas someras aquellas cuya profundidad es menor a los 500 metros y ultraprofundas para aquellas que tengan una profundidad mayor a los mil mil 500 metros. ¿Y de dónde vienen estas medidas se estarán preguntando? La razón principal es el equipo normalmente requerido para perforar en estos rangos. En aguas someras normalmente se utilizan plataformas que pueden extender sus piernas hasta el lecho marino, mientras que a mayor profundidad es necesario tener una plataforma flotante.
Teóricamente, el concepto es mucho más fácil de describir que el Gas Shale. Hacerlo realidad es todo lo contrario. Para entender la magnitud de lo que es poder perforar en estas zonas, el dictamen de la Reforma Energética afirma que su explotación requiere un nivel de ingeniería sin precedentes, que muchos compararían con la industria aeronáutica, debido a las condiciones extremas en el lecho marino en términos de presión, corrientes, temperaturas y eventos meteorológicos en la superficie. Perforar un solo pozo tiene un costo alrededor de 100 veces mayor al de los perforados en yacimientos terrestres y, por si fuera poco, las posibilidades de éxito comercial oscilan entre el 20% y el 50%.
Para finalizar, poner esos pozos en producción también es complejo, ya que significa transportar el hidrocarburo desde el lecho marino hasta el puerto de distribución más cercano. En resumen, entre más profundo, más complejo, más riesgo, más lejos de la civilización y por ende, mayor es el costo total.
La explotación de las reservas marinas empezó hace 117 años en las costas de California. Por muchas décadas, alrededor del mundo, este tipo de perforación se practicó en aguas someras ya que era impensable e innecesario perforar a mayores profundidades. Sin embargo, como se trata de un recurso no-renovable, los depósitos en aguas someras han sido cada día más escasos. Para la década de los 80s la industria empezó a tomar nado (por no decir vuelo) hacia lo que hoy llamamos aguas profundas. Así, con el desarrollo tecnológico de la industria y los altos precios del barril de crudo, a partir del año 2007 y la primera mitad del 2008 se volvió rentable la explotación en aguas profundas. Afortunadamente, los contratos otorgados para estos desarrollos fueron de larga duración, por lo que la crisis financiera no mató a la industria a pesar de los escasos márgenes de ganancia.
Si a esto le agregamos el apetito de las compañías transnacionales que tienen la tecnología y el capital necesario para desarrollarlos mientras se les dé un porcentaje de las reservas, perforar en aguas profundas se ha vuelto una realidad para muchos países. Tan es así, que se espera que para el 2015 el 10% del petróleo mundial provenga de estas zonas, mientras en el 2000 no se llegaba al 2%.
¿Y por qué es un salvaguardia para México? Principalmente porque esta industria esta subdesarrollada en nuestro país y sabemos del potencial de los yacimientos. Para efectos comparativos basta ver la siguiente imagen donde se compara EU con México en términos de perforaciones en el Golfo de México. Aunado a esto, recordemos el dato que tanto nos han recalcado desde la aparición del dictamen: mientras en el país del norte ya se producen un millón de barriles diarios de petróleo en aguas profundas, en México aún no se ha producido un sólo barril de petróleo proveniente de este tipo de yacimientos.
Claramente ese último enunciado pega en nuestro ego mexicano. Aún así, recordemos la curva de aprendizaje que Estados Unidos ha tenido que sufrir para poder llegar a este punto. Una curva que ha costado derrames ambientales y vidas humanas, un costo tal vez incalculable que sigue generando debate. En nuestro caso, ¿Valdrá la pena atraer la tecnología junto con el capital económico y social para aprovecharlo? Para responder esta pregunta en la próxima entrega empezaremos por describir cuáles son los prospectos mexicanos y en base a eso terminaremos con un análisis de lo que se está haciendo para que nuestro país se una a la tendencia mundial de aguas profundas.
@merlinken