1968/2014: Renovar la Esperanza
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Un genio malhechor preside los  destinos de la historia.
Cioran
A Raúl Alvárez Garín
Cuando inicio a escribir, escucho resonar a 46 años de distancia con fuerza demoledora, aquella Manifestación del Silencio del 13 de septiembre de 1968, en la que participaron 250 mil espíritus encendidos de libertad, rebeldía y esperanza. Eran normalistas, politécnicos, universitarios, Â preparatorianos, secundarios, profesionistas, obreros, maestros, sacerdotes, comerciantes y amas de casa que Luis González de Alba, ex-dirigente del Comité Nacional de Huelga, funde en esta memorable cita:
Y aquellas decenas y después de cientos de miles solo se oían los pasosPasos, pasos sobre el asfalto, pasos, el ruido de muchos pies que marchan, el ruido de miles de pies que avanzan, El silencio era más impresionante que la multitud. Parecía que íbamos pisoteando toda la verborrea de los políticos, todos sus discursos, siempre los mismos, toda la demagogia, la retórica, el montonal de palabras que los hechos jamás respaldan, el chorro de mentiras.
Todos caminaban unidos en una exigencia, en un solo clamor; el cumplimiento del pliego petitorio que incluía:
1.- La libertad a los presos políticos.
2.- La derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal. Que instituían el delito de disolución social y sirvieron de instrumento jurídico para la agresión sufrida por los estudiantes.
3. La desaparición del Cuerpo de Granaderos.
4. La destitución de los jefes policíacos.
5. La indemnización a los familiares de todos los muertos y heridos desde el inicio del conflicto.
6.- El deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables de los hechos sangrientos.
 Entre los planteamientos generales también exigían una mayor libertad democrática y una reforma electoral también democrática.Â
Al resonar los pasos de esos cientos de miles de mexicanos amordazados se desmoronaba un sistema monolítico, simulador, represor y fascistoide cuya agonía había iniciado con los embates de la huelga y caravana de mineros de Nueva Rosita, Cloete y Palau en 1951; del movimiento estudiantil del Politécnico en 1956; el de los ferrocarrileros en 1958; el de los maestros en 1960; el de los campesinos en 1962 y el de los médicos en 1965. El movimiento estudiantil de 1968 cristaliza esas fuerzas sociales que desde las mismas entrañas del México bronco inician, de manera brutal y sangrienta, el parto de nuestra liberalización y democratización como país.Â
 Los sucesos históricos posteriores confirman esta lenta y dolorosa apertura de nuestro sistema político e incluyen, entre otros, la matanza del Jueves de Corpus; el surgimiento de la guerrilla urbana; el crecimiento de las organizaciones populares de izquierda; la eventual inclusión político electoral de la izquierda; la ebullición del sindicalismo universitario; la áspera y conflictiva elección de 1988; las legendarias concertaciones de gubernaturas, diputaciones y senadurías; la violenta irrupción del EZLN y el asesinato de Colosio, hasta el inicio de la alternancia electoral a nivel federal en el año 2000.
Sin embargo, que nadie llame a engaño, no fue el Partido Acción Nacional, y lo digo de manera contundente, el protagonista de la historia que define la liberalización y democratización de nuestro país.Â
El Partido Acción Nacional fue un participante de tufo porfirista, mentalidad cristera y vena reaccionaria que aportó ideas y ofrendó vidas en el camino, pero fueron sustancialmente los mineros, los campesinos, los ferrocarrileros, los colonos, los maestros, los médicos y los estudiantes quienes con sus acciones, y con la sangre de sus miles de muertos, erosionaron el pacto corporativo que puso en crisis la legitimidad del sistema político mexicano.Â
México no inicia ni termina con la llegada del Partido Acción Nacional al poder en el año 2000. Este partido está condenado a ser un mero accidente de la historia. Víctima, como diría el filósofo Cioran, de ese malhechor que preside los destinos de la misma. Â
¿Es posible comparar la generación de jóvenes del 68 con la del 2014? No lo creo. Por ser, cual diría Kuhn, dos paradigmas de experiencia histórica no medibles o comparables. Cada uno posee su propia zeitgeist, o espíritu de los tiempos. Su propia concepción del mundo que acontece en dos momentos históricos diferentes. Compararlas sería moralizar. Reducir lo vivencial a lo medible. Mostrar una nostalgia inexcusable.
Existe un puente innegable entre ambas que ilustra su transformación; éste va de un profundo encantamiento con el mundo a un desencantamiento con el mismo. Â En el 68, la actitud vital entre jóvenes exigía creer, tener esperanza en el futuro del hombre; en la transformación radical de su sociedad.Â
La utopía en su versión anti-autoritaria o revolucionaria, era no sólo permisible, sino necesaria. La crítica o la revolución, imperativas. El rechazo al estatus quo, crucial. La fundación del socialismo, posible. El espíritu de los tiempos que atravesaba los corazones y las mentes de los jóvenes del 68, lo resume el poeta Baudelaire cuando escribe: Amar y vencer/Un líquido cielo me siembra de estrellas el ser; que en el 68 equivalía a tener la razón histórica y la imaginación poética de su lado. Los jóvenes no podían perder.Â
Sin embargo no fue así. Uno a uno, fueron cayendo. La efervescencia juvenil que había tomado por asalto la razón y la imaginación terminó por evaporarse. El autoritarismo estatal o terrorismo de Estado canceló la posibilidad de pensar e imaginar una sociedad a imagen y semejanza del hombre. La represión empezó en Polonia, continuó en Tlatelolco, y así hasta el final, cayeron las muertes de jóvenes con rostros mexicanos, polacos, franceses, italianos, alemanes y norteamericanos. Flores cortadas de violento tajo. Flores que nunca abrazaron al sol.Â
El 68, en palabras de Marcelino Perelló, ex-líder del Consejo Nacional de Huelga, fue el canto del cisne de los movimientos anti-autoritarios y revolucionarios. Sí, cantó el cisne en agonía, cuando estaba a punto de morir, junto con los restos del iluminismo que aseguraban una progresiva y racional transformación del hombre y su sociedad. Muere además, el optimismo a ultranza en las posibilidades de la razón y del hombre.Â
Finalizan las utopías, para reconocer la supremacía histórica del autoritarismo irracional de una sociedad enferma. Tanto en su versión capitalista como socialista. Así muere, el encantamiento de una juventud con la historia iluminada y sus múltiples posibilidades. Ahí inicia, para los jóvenes del 2014, el encuentro con su zeitgeist o espíritu de los tiempos, con el desencantamiento como punto de partida.Â
Desde el desencantamiento, los jóvenes del 2014 estaban imposibilitados para crear utopías radicales, y optaron por el sentido común a partir de un hecho: Â Dentro del terremoto globalizante, el mercado ha tomado en sus manos las riendas de la historia y de la política. Al hacerlo, las vació de significado humano para volverlas simulacros mercadotécnicos en vez de realidades factuales. Por ello, toda posibilidad de cambio histórico-político a través de la democracia, tendrá como protagonista al mercado, que con sus herramientas virtuales y publicitarias acotará y definirá la decisión de los electores.
El mercado también actúa en la cotidianeidad del individuo. Â Forjándolo cual sujeto-consumidor separado de su responsabilidad cívico-comunitaria; tornándolo calculador y pragmático en sus relaciones personales, maleándolo cual consumidor de objetos materiales, modas, opciones políticas y religiosas. En síntesis, deshumanizándolo.Â
Bajo tal espíritu de los tiempos, ¿cuáles son las opciones del joven del 2014? Individualismo, pragmatismo y consumismo. Mismas que fortifican un conservadurismo político que tiende a afirmar de manera pasiva el vínculo de los jóvenes con las instituciones sociales establecidas.Â
En este caso, la religión y la política son los grandes beneficiarios de esta tendencia que favorece el reforzamiento de una sociedad de adultos, autoritaria e intolerante. Incapaz, de entender y aceptar, un movimiento juvenil, que propusiera la autonomía y la crítica como sus banderas.Â
Hoy, la ironía de la historia aprieta su tuerca. Los jóvenes del 68 y del 2014 se unen por el hilo más delgado: Rehacer la esperanza contra las fuerzas de la historia y la sinrazón, para finalmente burlar a ese malhechor que rige los destinos de nuestras vidas.Â
¿Cómo entenderían muchos jóvenes del 2014 aquella estrofa del poema Piedra del Sol de Octavio Paz que sintetiza el compromiso y la solidaridad social de sus antecesores, los jóvenes del 68?
Para que pueda ser he de ser otro/ salir de mi, buscarme entre los otros/ los otros que no son si yo no existo/ los otros que me dan plena existencia/ no soy, no hay yo, siempre somos nosotros.
¿Cómo la encarnarían en una época, que según algunos filósofos y sociólogos, está marcada por el fin de la ideología y de la historia? Â ¿Cómo reconstruirían la esperanza contra las fuerzas del autoritarismo y la sinrazón?
Las posibilidades de los jóvenes de 2014 para responder a estas preguntas son ilimitadas, y así lo demuestra su lucha contra el globalismo neoliberal en Porto Alegre, Seattle, Berlín, Tokio y Nueva Delhi.Â
Su imaginación y determinación comprometidas con otro mundo posible, bajo un contexto de crisis económica, política, cultural y medioambiental permanente, continuará alumbrando los caminos del reencuentro del hombre con el hombre en su plenitud y esperanza transformadoras.