Coahuilense herido en Aurora agradece por "milagro" que le salvó la vida
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"Arrojé a mi esposa al suelo y le pedí a Dios que me salvara a mi y a mi esposa, que no nos dejara morir", dijo Avila originario de Torreón, Coahuila.
Denver, EU.- Un inmigrante mexicano que recibió tres balazos durante el tiroteo de la semana pasada en un cine en Aurora agradeció desde su cama en un hospital de esa localidad por el "milagro" que le salvó la vida, prometiendo dedicarse a su fe y perdonar al agresor.
El pasado viernes 20 de julio, Adán Avila, su esposa y varios amigos del matrimonio estaban dentro de la sala 9 del Century Aurora 16, un cine pocos kilómetros al este de Denver, cuando un individuo abrió fuego dentro de la sala, matando a 12 personas e hiriendo a otras 58, incluyendo a Avila, originario de Torreón, Coahuila, México.
"Nunca vamos a las películas que empiezan a las 12 de la medianoche, pero un amigo me invitó y dije que sí", comentó Avila, porque se trataba del estreno de la nueva película de Batman.
Los Avila eligieron ese cine porque viven a menos de un kilómetro de distancia.
Como llegaron un poco tarde, dijo, solamente quedaban asientos vacíos adelante, cerca de la salida de emergencia.
En retrospectiva, ese inconveniente inicial fue uno de los elementos milagrosos que permitió salvar su vida y la de su esposa. Pero no sería el único milagro.
Al iniciarse el tiroteo, el sospechoso, identificado como James Eagan Holmes, de 24 años, lanzó un par de granadas de humo o de gases lacrimógenos.
Avila pensó que era una broma de mal gusto de algún adolescente desubicado que había lanzado una de las llamadas "bombas de olor".
Pero su irritación se transformó inmediatamente en asombro al ver a un hombre que se levantaba totalmente cubierto de sangre. Y luego en horror, cuando comprendió que la balas eran reales.
"Arrojé a mi esposa al suelo y le pedí a Dios que me salvara a mi y a mi esposa, que no nos dejara morir", dijo Avila.
Poco después, recibió un balazo en la pierna derecha (que ahora corre el riesgo de perder), otro disparo en el brazo izquierdo, y un tercero en la espalda.
"De golpe los balazos se detuvieron y salimos corriendo por la salida de emergencia", dijo Avila. "Pero allí estaba él".
Fue entonces, dijo, cuando ocurrió un nuevo milagro.
"Nos apuntó con el rifle y jaló (el gatillo) varias veces. Pero no salieron las balas. Dios estaba protegiendo", aseveró.
En varias conferencias de prensa durante el fin de semana pasado, el jefe de policía de Aurora, Dan Oates, indicó que efectivamente el sospechoso del ataque había sido detenido por las autoridades en la parte trasera del cine, precisamente cerca de la puerta que Avila eligió para escapar de la masacre.
Y, según Oates, la razón más probable por la que se interrumpieron los balazos fue porque se atascó el rifle que usaba el sospechoso.
Avila conoce esas explicaciones y no las descarta. Pero, en su opinión, una fuerza superior estaba actuando para cuidarlo.
"Le he dado mi vida a Dios y ahora sé que Dios me ama", declaró.
"El (el atacante) me destruyó un pie, pero mi esposa está bien. Estamos todos asalvo. Ahora viviré una vida por la fe", agregó.
Por eso, pidió que "no se piense en lo malo ni se culpe a Dios por las acciones de un pecador".
Avila podría beneficiarse con un fondo, establecido por el gobierno de Colorado, para cubrir los gastos legales y médicos de los afectados por la masacre. Sin embargo, aún no se ha anunciado cómo se distribuirá ese dinero.
Por ser mexicano, Avila también podrá acceder a ayuda ofrecida por el consulado general de México en Denver, si es que es necesaria.
Por su parte, Virginia Redondo, madre de Avila, pensó que el llamado que recibió en la madrugada del viernes pasado indicándole que su hijo había sufrido múltiples heridas de bala iba a ser el peor de su vida.
"Cuando llegué al cine, ya estaba (el lugar) acordonado", dijo Redondo, originaria de Durango, México.
Un policía le impidió llegar cerca de la escena del crimen y le aconsejó que buscase a su hijo en los hospitales. Comenzó así una búsqueda que la llevó del hospital más cercano al lugar de la tragedia, "donde no me dieron razón", hasta el Hospital Swedish Medical Center Healthone, en Englewood, 25 kilómetros al oeste de Aurora.
Esa búsqueda, dijo Redondo, fue "muy dolorosa". Pero el dolor se amortiguó al saber que su hijo, aunque gravemente herido, se recuperará.
"Dios tiene un propósito. Todavía existen los milagros. Quiero que él (el atacante) sepa que para él también hay perdón", sostuvo Redondo.