Cine europeo divide a la crítica en Venecia
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La directora griega Athina Rachel Tsangari recoge el testigo de "Canino" y convierte a su director, Yorgos Lanthimos, en actor.
Venecia, Italia.- Francia y Grecia dividieron hoy a la crítica en el Festival de Venecia con sus propuestas a concurso, que coinciden en mostrar al ser humano como animal.
La directora griega Athina Rachel Tsangari recoge el testigo de "Canino" y convierte a su director, Yorgos Lanthimos, en actor.
Lanthimos (ganador de premio Un Certain Regard en Cannes 2009) es amigo personal de la tercera y última directora a concurso. En rueda de prensa contó que nunca pensó que podría ser actor, pero cuando Athina se lo propuso, intentó hacer lo que se le pidió sin intelectualizar nada.
El título "Attenberg" es también una errónea pronunciación del apellido Attenborough, del director de documentales Sir David Attenborough, de quien la directora se declara una ferviente admiradora.
La trama se centra en una solitaria joven de 23 años (Ariane Labed) que vive en una localidad costera griega con su padre (Vangelis Mourikis) y su amiga (Evangelina Randou) como las únicas personas con las que trata, hasta que se topa con un nuevo ingeniero que llega a la ciudad (Yorgos Lanthimos).
La protagonista mantiene las distancias con todo el mundo e intenta aprender algo del mundo observando los documentales de Attenborough y escuchando canciones de Suicide.
Es una visión de los humanos como animales, que intentan sobrevivir en una natureleza postindustrial alienada, dijo la directora de su película, que consiguió suscitar poco entusiasmo entre la crítica.
Por su parte, la francesa "Black Venus", de Abellatif Kechiche, se centra en el caso real de una mujer sudafricana que fue llevada a París a principios del siglo XIX como espectáculo de circo y que por su ablación despertó el interés de la ciencia como objeto de estudio.
La cubana Yahima Torrés debuta en el cine dando vida a la protagonista, basada en el caso real de Saartije Baartman, cuyo cuerpo fue exhibido como el de una salvaje del exótico continente negro, jaleado como entretenimiento de las clases más pobres en Londres, vendida como objeto sexual en los refinados salones de París y como objeto de estudio en la universidad de la capital francesa, donde acabó su cadáver, del que extrajo su cerebro y su clítoris, que durante años conservó en formol.
Para el cineasta francotunecino, ya distinguido en Venecia con "Cuscús", actualmente estamos viendo actos y una deriva en el discurso político que procede de acciones como la que se hizo con Baartman, cuyo cadáver reclamó Sudáfrica hace unos años y finalmente sus restos fueron trasladados y enterrados en el país africano.
"No es por azar que las teorías de los científicos del pasado han tenido eco en los fascimos pasados y vivimos en unos tiempos que la xenofobia suscita interrogantes", explicó el cineasta, que vinculó las expulsiones de los gitanos rumanos con lo ocurrido con Baartman hace casi dos siglos.
Kechiche reprocha la mirada colectiva que se produjo tanto en los espectáculos, en los salones de la alta burguesía parisina donde Baartman era mostrada como objeto de deseo sexual o en las clases de medicina.
"El individuo siente menos responsabilidad cuando está en un grupo", añadió el cineasta. "Cuando estás en un grupo te dejas llevar por un discurso sin reflexionar", subrayó.
Aunque "Black Venus" gustó, más de un crítico reprochó que la cinta durase casi tres horas. Uno de ellos incluso preguntó al director si no podría haberla acortado, argumentando que Alfred Hitchcock sostenía que una película no debía durar más de lo que puede aguantar la vejiga.
Kechiche dijo que no le importaba la vejiga del espectador, sino que más bien esperaba que tras sumergirse en esta cinta, el público pudiese olvidarse de su cuerpo y dejarse llevar por otras partes más espirituales. "Espero que esta película suscite una reflexión sobre el modo en el que nos miramos los unos a los otros".