Campos de golf, ¿Dispendio medioambiental?
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Los campos de golf pueden llegar a provocar admiración por su belleza, pero la creación de esos circuitos deportivos cuesta mucho al planeta.
Madrid, España.- Un campo de golf, en muchas ocasiones, no tiene nada que ver con el paisaje que le circunda. Todo un lujo en los aspectos económico y ambiental y, sin embargo, su número se incrementa en zonas de playa o espacios áridos donde el agua no abunda, para practicar un deporte que se ha puesto de moda.
Muchos productos químicos son necesarios para conservar el verde y demasiada agua. También, a veces, una enorme tala de árboles. Estos son algunos de los efectos más visibles en ocasiones necesarios para conseguir un amplio espacio plano y de pasto donde enclavar los hoyos.
Según los expertos un campo de golf necesita alrededor de medio millón de metros cúbicos de agua al año, lo que viene a representar el consumo medio de una población de 10,000 habitantes. En México hay muchas zonas afectadas por la sequía en las que existen campos de golf, como también en el norte de Africa, Túnez o Marruecos.
Fernando Valladares es doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), cuya labor ha estado orientada al estudio de las respuestas de los ecosistemas al cambio global.
"UN CAPRICHO CON HUELLA AMBIENTAL"
Para el biólogo, "los campos de golf son un capricho con una fuerte huella ambiental y además seguido por solo unos pocos. Si fueran muy extendidos habría un argumento para defenderlos, pero cuando, además, tiene muchos efectos secundarios que pagamos todos, resulta cuando menos cuestionable".
Valladares lo explica así: "El problema es cuánta gente juega al golf habitualmente y cuánto nos cuesta a todos compensar la huella ecológica que produce. En el fútbol, por ejemplo, juegan solo once personas en cada equipo, pero lo ve mucha gente en todo el mundo".
La mayor parte de los campos de golf se encuentran en zonas con escasos recursos hídricos superficiales y es aquí donde las aguas subterráneas juegan un papel fundamental. Algunos de estos campos se riegan con aguas subterráneas y otros lo hacen con aguas depuradas y tratadas.
Junto a la problemática de la escasez de este recurso, se añade el agravamiento de la desertificación que el cambio climático está provocando sobre amplias zonas cálidas, así como las pérdidas hídricas debidas a la evaporación y evapotranspiración producidas por las altas temperaturas, según indica el experto.
FERTILIZANTES Y HERBICIDAS NOCIVOS
"Muchos de estos campos de golf se están instalando en zonas áridas, con mucho sol, para poder estar todo el año cerca del mar y, además, tener buenas vistas. Crear espacios para este deporte en zonas como el norte de Africa es una patada al sentido común, ya que mantener la clorofila verde en pleno verano en esos lugares tan secos y calurosos cuesta, no solo agua, sino energía asociada a la emisión de carbono de la maquinaria para generar todos los fertilizantes y herbicidas. Es toda una industria muy contaminante que beneficia unicamente a unos pocos", enfatiza Valladares.
Los tratamientos químicos necesarios para el mantenimiento del césped como plaguicidas, etc., pueden afectar severamente la calidad de los acuíferos y de las propias tierras. "Además está la introducción de especies de hierbas exóticas que pueden convertirse en invasoras fuera del campo de golf", señala Valladares.
Y añade, "se dice que, siendo extensiones verdes tan grandes captan carbono, pero si se tiene en cuenta lo que cuesta poder ponerlas en funcionamiento y mantenerlas, no resulta equilibrado el balance".
"Hay bonitos enclaves forestales donde se talan árboles para tener espacios para campos de golf que, además, mantienen ese entorno forestal que los hace muy atractivos, pero los riegos y los fertilizantes alteran la flora y la fauna de alrededor", afirma taxativamente el biólogo.
En hoteles o urbanizaciones de lujo, rodeados de cuidados jardines, y en la costa, se observa cómo se multiplican estos amplios campos verdes. Así lo explica el especialista: "Se están abriendo campos de golf muy selectivos con el falso atractivo de que atrae dinero de turismo de clase alta. Pero muchas veces ese turismo no deja divisas `in situ' porque permanecen durante esos días en sus guetos hoteleros hasta que vuelven a su lugar de origen".
"En lugar de responder a una demanda, lo que se hace es generar una falsa oferta. Al final se han hecho tantos campos que hay que usarlos, y se ofrecen paquetes en los que, por poco dinero, se pueden echar unas partiditas en unas instalaciones que no hacían falta, que nadie pidió y donde la gente, a lo mejor, hubiera preferido tener otras instalaciones", se lamenta el investigador.
A pesar de las protestas de los grupos ecologistas y de los informes elaborados por especialistas sobre las peligrosas alteraciones medioambientales, se siguen instalando estos circuitos, según argumenta Valladares, "por una razón económica que alienta a los empresarios". Â
"Existe mucha presión ejercida por unos grupos, porque los campos de golf revalorizan mucho el terreno de la zona y de las urbanizaciones colindantes", comenta el experto.
Pero, razona el investigador, "hay zonas donde se pueden crear de forma natural campos de golf que se armonizan con el ecosistema y el paisaje. Sin embargo, en esos lugares llueve y a la gente que practica este deporte no le gusta pasearse mientras llueve, por eso prefieren hacerlo en zonas más cálidas".
"En numerosas ocasiones, arropados por un campo de golf, se construyen complejos urbanísticos. De esta forma, de una cosa que parece inocente se genera una dinámica, jugando con la imagen verde del golf, que de verde no tiene más que el color", sentencia Fernando Valladares.
LA OTRA CARA DE LA MONEDA
José Manuel Pérez Frías es ingeniero técnico agrícola y encargado del mantenimiento de las instalaciones de Hacienda del Alamo Golf Resort, en Murcia (sureste de España), una de las zonas más secas de la Península Ibérica.
El especialista nos indica que este campo posee 40 hectáreas de césped y 65 de zonas con arbolado, arena y vegetación autóctona, olivos, arrobos y palmeras. Para fertilizar estas extensiones, según Pérez Frías, "se utilizan fertilizantes de gránulo pequeño de liberación lenta y controlada, que evitan que cuando lo riegues se produzca un lavado de ese fertilizante. De esa forma se pretende que quede en el suelo y lo vaya absorbiendo la planta poco a poco".
Respecto de la cantidad de agua que se suministra anualmente a este campo es de una cantidad que "varía entre 300,000 a 350,000 metros cúbicos, y procede de pozos propios".
Pérez Frías niega que esa agua procedente de los pozos subterráneos que se utiliza para la conservación del césped restrinja el riego para los cultivos agrícolas de la zona, argumentando que "hay una concesión para el uso de esa agua y estamos esperando poderla conseguir de una desaladora industrial de la zona que ya existe".
En cuanto a la inversión económica que se requiere anualmente, dice el ingeniero que "depende de lo que te quieras gastar, pero nosotros en consumibles, es decir, abonos, fertilizantes, gasóleo, etc. ronda una cantidad entre 80,000 y 100,000 euros (unos 125,000 dólares)".
Concluye el experto con un argumento para apoyar la existencia de estos campos de golf porque, dice, "aunque hay polémica, los campos de golf no tienen por qué generar perjuicios. Por ejemplo, este campo de golf está en una zona de montaña de secano, un secarral en el que no hay nada. Si no estuviéramos nosotros aquí, esta sería una zona semidesértica abandonada. Además, hay que tener en cuenta que los campos de golf van siempre acompañados de promociones urbanísticas".
DESTACADOS:
* Para Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC): "Los campos de golf son un capricho con una fuerte huella ambiental y además seguido por solo unos pocos".
* "Hay bonitos enclaves forestales donde se talan árboles para tener espacios para campos de golf que, además, mantienen ese entorno forestal que los hace muy atractivos, pero los riegos y los fertilizantes alteran la flora y la fauna de alrededor", afirma taxativamente el biólogo.
* Por su parte, José Manuel Pérez Frías, ingeniero técnico agrícola y encargado del mantenimiento de las instalaciones de Hacienda del Alamo Golf Resort, en Murcia (sureste de España) dice: "Aunque hay polémica, los campos de golf no tienen por qué generar perjuicios. Por ejemplo, este campo de golf está en una zona de montaña de secano, un secarral en el que no hay nada. Si no estuviéramos nosotros aquí, esta sería una zona semidesértica abandonada".