Voces y letras
COMPARTIR
TEMAS
Es la 19ª edición de la Feria del Libro en Arteaga. El domingo a medio día luce con un alegre movimiento de personas. Hay muchas novedades. Entre otras, la transformación de los espacios. Salas antes habilitadas para la presentación de libros dan ahora cabida a un alto número de editoriales. La cafetería también fue trasladada, ahora al aire libre cubierta con toldos.
Se registró un aumento también en el número de editoriales y es de verse con gusto cómo se amplía todo aquello en un espacio vívido y esperanzador. La presencia de niños con sus padres da cuenta de ello, y la de los jóvenes hurgando por un libro en particular.
Cuba es el país invitado y Baja California, el estado. A eso de las 12:30 de la tarde se presentó, el domingo anterior, el grupo de Ballet Folcklórico de ese estado, con la participación de un disciplinado conjunto de jóvenes que atrajo a un casi lleno auditorio. Justo a la mitad de su presentación se contó con la participación de su director con melodías andinas. Maravilloso ejecutante.
Esta tradición anual se ha convertido para nuestra región en un evento esperado que tiene como centro el objeto mágico que es capaz de despertar infinidad de emociones, sentimientos y pensamientos.
Un día, conversando en grupo de amigos, comentábamos de la capacidad que tiene el libro para hacer más bondadosas a las personas. Con base en el conocimiento de algunos que luego de leer libros se sienten superiores a los demás, se señalaba en esa reunión acerca de que un libro no hace a nadie mejor que otro. Y uno de los participantes en la charla señaló: “Yo creo que un libro sí te hace ser más bondadoso o más comprensivo o más tolerante. Si una persona ha vivido siempre en un área de confort, su comodidad puede ser sacudida violentamente cuando se topa con libros que hablan de otras realidades, y entonces, actuar en consecuencia. Tomar decisiones que lo hagan transformarse en un mejor ser humano”.
El libro, en efecto, tiene para ello, para que cada lector lo asuma, para hacer de él la lectura que en ese momento espera. Damián Alcazar señalaba que elegimos el lugar en el restaurante como elegimos nuestro lugar en la vida. Así, creo que de alguna manera lo hacemos con el libro que seleccionamos del anaquel y que nos disponemos a leer. ¿Qué es lo que buscamos en él? ¿Qué, de todo su contenido, es lo que nos atrapa en un determinado momento? Quizá en otras circunstancias, en otra situación de la vida, el mismo libro que tanto nos impactó no altere en lo más mínimo ninguna fibra de nuestro ser. Es sorprendente lo que nos cambian los años. Pero el libro que tanto nos inquietó puede ser en otro pasaje el que ahora nos sorprenda. Hay autores que es mejor dejar en el cálido refugio del pasado.
La Feria del Libro siempre es una esperanza para todos los que habitamos esta zona del estado para continuar en la búsqueda de aquellos libros que nos sigan diciendo algo. Libros que permanecen con nosotros y se adhieren a los recuerdos. Tomamos de ellos lo que más nos hace identificarnos y convivirá nuestra piel y nuestro espíritu con una de las creaciones más bellas del ser humano, que es la palabra.
Taller Literario “El Aleph”
Entre las publicaciones presentadas en la Feria del Libro hay una publicación que lleva en su vientre los trabajos forjados en el Taller Literario “El Aleph”, coordinado por Alejandro Pérez Cervantes. En ellos, está justamente la esperanza de voces en una antología titulada “Los nombres del mundo”. Están ahí las letras de Carolina García Flores y Sarahí Estrada, estudiantes de Ciencias de la Comunicación de la UAdeC. Vale la pena presenciar este nacimiento que nos habla de un destacado esfuerzo por dar a la palabra escrita un gran valor.