¿Verá Diosito la Serie Mundial?
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Y si la ve ¿a quién le irá?
Esas preguntas no son ociosas, tomando en cuenta lo que muchos apostadores dirán en los días previos a la Serie Mundial de Beisbol:
-Dios quiera que ganen los...
-Pídele a Diosito que ganen los…
El año pasado un aficionado con ideas sociales respondió cuando una reportera le preguntó si había rezado para que ganara su equipo:
“La idea de un Dios que interviene en los resultados deportivos es absurda. Él tiene cosas más importantes en qué pensar. Cada noche millones de mexicanos se van a la cama con hambre”.
(Mi pregunta sería ésta: si Diosito piensa en esos pobres ¿por qué no les envía de perdido un taco o una torta, así como antes les repartía panes y pescados? Misterio teológico es ése tan profundo que no lo quiero ni plantear).
Yogi Berra, el legendario catcher de los Yanquis, no era muy partidario de que en el curso del juego los peloteros hicieran manifestaciones relacionadas con la religión. Cuando un jugador latino dibujó con el bate una cruz junto al home plate antes de batear, Yogi borró ese signo con la mascota -así se llama el guante de los catchers- y le indicó al pelotero:
-Deja que el Señor se limite a ver el juego.
Tom Lasorda creyó siempre que Fernando Valenzuela alzaba los ojos al cielo en el momento de pichar a fin de poner en manos del Señor la eficacia de su lanzamiento.
La verdad es que levantar la mirada así era un simple hábito de El Toro. Parecida costumbre tenía Hideo Nomo, pitcher japonés, también de los Dodgers, sólo que él volteaba hacia el jardín izquierdo en el momento del wind up. Lasorda comentaba:
-Siempre he tenido suerte con los pitchers que miran hacia otro lado antes de hacer el lanzamiento.
¿Suerte? Quizás. ¿Intervención divina? No. A menos -en el caso del japonés- que Diosito sea nipón y esté en el jardín izquierdo.
Tiger Woods, el mejor golfista de los últimos tiempos, es muy religioso. Cuando le preguntan acerca de su origen racial suele responder:
-Dios me hizo ser cablinasian.
Ese vocablo, “cablinasian”, está formado con las palabras inglesas “caucasian”, “black”, “indian” y “asian”.Con él Woods quiere significar que entre sus ancestros los hay de raza blanca, negra, roja y amarilla. Ciertamente un espectro cromático tan newtoniano es para agradecerse.
“Dios no cree en nuestro Dios”, escribió Jules Renard, uno de mis autores favoritos. Debe ser cierto: nuestro Dios se parece demasiado al hombre. (Quizás la culpa la tuvo Miguel Ángel). Por eso no creo que el Señor verá la Serie Mundial, y menos si no tiene acceso a la cerveza, los cacahuates, las palomitas y hot-dogs. Claro, como dijo el padre Ripalda, Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar. También, entonces, estará en las tribunas del estadio, pero en su rigurosa calidad de espíritu omnipresente, no de interesado espectador, ni menos aún para inclinar la Serie en favor de uno de los dos equipos.
Lo importante a fin de cuentas no es preguntarnos si Dios está de nuestro lado, sino preguntarnos si nosotros estamos del lado de Dios. Esa pregunta es mucho más difícil de contestar que la otra, aquélla de quién ganará la Serie Mundial. Digo.